Kyiv, en juego

Trump y Putin celebran en Alaska una histórica cumbre cargada de simbolismo que puede decidir el futuro de Ucrania

Sí, pero Ambos han rebajado las expectativas de que pueda llegar a buen puerto en torno al conflicto. Mientras que el republicano ha descartado conocer "qué va a ocurrir", desde el Kremlin han subrayado que el objetivo principal es restablecer las relaciones con Washington.

Vladímir Putin gesticula a Donald Trump durante su apretón de manos en Alaska antes de su reuniónVladímir Putin gesticula a Donald Trump durante su apretón de manos en Alaska antes de su reuniónReuters
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Una alfombra roja, un apretón de manos, sonrisas, un dedo de advertencia y dos mandatarios en aparente sintonía. Son los elementos del encuentro a pie de pista del presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, en la base militar Elmendorf-Richardson de Alaska que acoge una histórica cumbre que decidirá, o no, el futuro de Ucrania.

Un encuentro que el Kremlin prevé que dure unas seis o siete horas y respecto al que ha habido cambios. Si bien estaba previsto que el jefe del Kremlin y el inquilino de la Casa Blanca mantuvieran un cara a cara, minutos antes las respectivas portavocías anunciaban la cancelación de este. En su lugar, ambos estarán acompañados de sus más cercanos colaboradores.

Por un lado, Trump estará acompañado por su secretario de Estado, Marco Rubio, y su enviado especial para Oriente Medio y Ucrania, Steve Witkoff; mientras que Putin lo hará por su diplomático de cabecera que fue embajador soviético en EEUU, Yuri Ushakov, y su ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov.

Aunque todo el mundo observa con expectación, incertidumbre e incluso temor lo que puede ser la antesala del fin de la invasión rusa a Ucrania, ambas partes han rebajado las expectativas antes de pisar tierra. Mientras que desde Moscú han insistido en que el principal objetivo de esta cita es el de restablecer las relaciones con Washington siendo Kyiv solo una pata a tratar; el republicano ha insistido en que "no hay nada establecido en piedra", así como que desconoce "qué va a ocurrir".

¿Y Europa?

No obstante, sí ha aclarado a bordo del Air Force One que pese a que "esto no tiene que ver con Europa" y que desde el Viejo Continente no le dicen "qué hacer", sí "van a estar involucrados en el proceso, y también [Volodímir] Zelenski". Eso sí, ha insistido en que su deseo es el de "ver un alto el fuego rápidamente", que de no acordarse en la cumbre admite no estará "contento".

Pretensiones similares a las del presidente ucraniano quien en un vídeo compartido en sus redes sociales ha insistido en la necesidad de "decisiones efectivas" acordadas "como mínimo por Ucrania, EEUU y Rusia": "La diferencia horaria con Alaska es de 11 horas, así que mañana [en referencia a este sábado] empezará temprano para todos en Europa. Se necesita una reunión de líderes".

De hecho, tal y como había hecho Trump en las jornadas previas, el Kremlin también se ha mostrado abierto a que Kyiv se una a la cumbre. Eso sí, en el caso de que la charla con el republicano ofrezca resultados. De momento y a la espera de que se conozcan esos eventuales frutos, que darían los mandatarios en una rueda de prensa conjunta, el principal negociador económico ruso Kirill Dmitriev avanzaba horas antes de la cumbre que el estado de ánimo era el de "combativo". Quizás, prueba de ello, sea el dedo que Putin ha levantado a Trump a vista de todo el mundo.

El simbolismo del Kremlin

Este, sin embargo, no ha sido el único gesto de Moscú en su escalonada llegada a Anchorage, pues han sido una serie de simbolismos la que ha ido dejando la delegación. Ya durante la mañana de este viernes se veía a Lavrov vestido con un jersey blanco con las siglas de la antigua URSS, en ruso. Según ha podido comprobar laSexta, es de una marca de estética hípster inspirada en la antigua Unión Soviética, así como en los 'gópnik ', que es como se conocen a los miembros de una subcultura de delincuencia rusa.

La ubicación del encuentro tampoco ha sido casual, puesto que el Estado norteamericano de Alaska fue una antigua colonia rusa hasta que en 1867 se la vendieron a EEUU. Todo un ejemplo de que las fronteras pueden modificarse, tal y como Putin pretende con las regiones ucranianas. También destaca la localización en la que el ruso ha hecho una parada antes de aterrizar en EEUU.

Se trata de la ciudad portuaria de Magadán, en el extremo este de Rusia, donde más allá de haber visitado una planta industrial de pescado, ha llevado flores a un monumento que celebra la cooperación entre la URSS y EEUU en la Segunda Guerra Mundial. Un gesto similar al que está previsto en territorio estadounidense tras su reunión con Trump, pues realizará una ofrenda floral en el cementerio donde están enterrados once militares y dos ciudadanos soviéticos que murieron entre 1942 y 1945 al intentar trasladar los aviones que les había suministrado EEUU.