Según los sindicatos médicos, el 25% de sanitarios que se plantean abandonar su trabajo al sentirse superados por la situación que llevan afrontando casi dos años con la pandemia. Este dato no es solo una estadística y Andrea Ropero ha podido comprobarlo al entrevistar a una enfermera de UCI que tras vivir la tercera ola decidió dejar el trabajo.

Es el caso de Elena Márquez, enfermera en un hospital público de Cataluña. "Llegó un momento en el que no podía más. Estaba en quirófano, vino la supervisora a decirnos que volvíamos a las UCI y que cerraban quirófanos. Era volver a empezar", ha recordado la joven.

Después de haber visto a tanta gente morir no se veía capaz de volver a pasar por esa situación. Pero la decisión de dejar el trabajo también vino motivada por lasrecomendaciones de los médicos que le han estado tratando, que le aconsejaron alejarse del foco de su estrés.

"Empecé a tener alucinaciones visuales de llevar las gafas de bucear que se me empañaban, cuando no las llevaba parecía que me estaban atacando por los laterales. Tenía pesadillas y revivía momentos una y otra vez", ha relatado la sanitaria. Fue entonces cuando buscó ayuda por lo que pensaba que era un estrés postraumático, y le dijeron que la mejor forma de mejorar era dejarlo de raíz.

Desde entonces, cuenta, "se han acabado las pesadillas, el llegar a casa llorando y y he vuelto a despertarme con ganas de ir a trabajar".