El coronavirus ha cambiado nuestra forma de vida y, también, nuestros botiquines caseros. Desde que comenzó la pandemia, los españoles invertimos una media de 350 euros en artículos sanitarios para tener en casa.

Entre los más comunes, las mascarillas, los geles hidroalcóholicos o los termómetros de infrarrojos. Además, ahora es habitual encontrar en las casas españolas medidores de CO2 o medidores de oxígeno en sangre mediante el pulso.

Sin embargo, también ha aumentado el consumo de ansiolíticos ante la incertidumbre laboral y de test de embarazo, mientras que ha disminuido la venta de preservativos. Cambios que ha aumentado el precio de nuestro botiquín un 204%, de 115 a 204 euros de media.

Además, higienizar los espacios también se ha convertido en una prioridad. Para ello se utilizan purificadores de aire capaces de filtrar el aire espirado y eliminar microbios con luz ultravioleta, tal y como ha explicado Joaquín Cusí, presidente de 'Urban Air Purifier'.

El precio de este tipo de aparatos se ha disparado en los últimos meses. Actualmente cuestan entre 1.000 y 30.000 euros según su capacidad, y son muy demandados en oficinas, museos o restaurantes.

Para fomentar, por ejemplo, el consumo en bares y restaurantes, comunidades autónomas como Baleares o Ceuta, han financiado la instalación de estos aparatos. Una medida que el sector pide que se extienda a otras regiones. "Hay gente que decía 'no quiero comer dentro' y al ver que tenía unos filtros ha accedido", ha explicado Ignacio Furest, propietario del restaurante 'Red Fish' de Barcelona, que asegura que la financiación de estos aparatos sería "una gran ayuda para los trabajadores y clientes del sector hostelero".

Además, también las oficinas están interesadas en instalar purificadores, ya que muchas se preparan para recibir a sus empleados en septiembre tras meses de teletrabajo.