Fran Orantes, hijo de Ana Orantes, la mujer que hace veinte años fue asesinada después de denunciar en televisión los malos tratos que sufría por parte de su exmarido, interpreta lo que significó para él ese gesto: "ella solo quería gritar todo el silencio que había estado guardando durante muchísimos años".
Ana Orantes denunció en un programa de televisión las palizas, vejaciones y abusos que había recibido durante más de 40 años por parte del padre de sus once hijos, del que se divorció. Trece días después, el 17 de diciembre de 1997, éste acabó con su vida, dejándola inconsciente y prendiéndole fuego en su casa, la que siguieron compartiendo después de separarse por orden de un juez.
Su asesinato causó un gran revuelo social e impulsó, siete años después, la creación de la primera ley integral contra la violencia de género. Cuando se cumplen esas dos décadas del asesinato de su madre, Fran Orantes explica, en una entrevista que "el sistema está fallando" a la hora de proteger a las víctimas de violencia machista.
Insiste en que, para evitar casos como el de su madre, "cuando una mujer denuncia debemos tomarnos en serio su testimonio y creerlas". A sus 39 años, Fran recuerda el temor que sintieron él y su familia durante las dos semanas que transcurrieron entre la confesión de Ana en televisión y su muerte.
"Los vecinos comentaban cosas, pero en ningún momento pensamos que mi padre iba a hacer eso. Tenía miedo de que la maltratara de nuevo, pero hasta ese punto... No me lo esperaba", ha confesado.
Para Fran y sus hermanos, su padre era como un "sargento, una persona que te utilizaba como un juguete". "Nuestra relación con él se basaba en hacer lo que nos ordenaba. No sentíamos por él nada bueno, no había nada de cariño. No recibíamos siquiera un simple beso".
Existen numerosos estudios que corroboran la alta probabilidad de que un hijo que crece en un ambiente de maltrato familiar reproduzca esas mismas actitudes cuando es adulto. No es el caso de Fran Orantes. "Yo en ningún momento me he visto reflejado en mi padre. Para nada. Yo soy todo lo contrario a él", ha asegurado.
Ana, asesinada a los 60 años de edad, vivía oprimida entre las cuatro paredes de su casa, en donde trabajaba al cuidado de su familia. Solo cuando su marido se ausentaba por trabajo podían ella y sus hijos romper con la monotonía que caracterizaba sus días.
"Las temporadas que él no estaba eran los mejores días de nuestra vida. Y mi madre esos días, en ese tiempo, era cuando vivía", ha recordado Fran. "Ella vio la nieve por primera vez después de separarse. La cara de satisfacción que le entró en ese momento lo dice todo".
Un juez de paz de Cúllar Vega, el pueblo de Granada donde vivían Ana Orantes y su familia, fue quien insistió en que Ana y su exmarido continuasen viviendo juntos después de separarse.
"Como esa casa era habitable de forma independiente, uno podía vivir arriba y otro abajo. Nos dijo que no nos teníamos que ir de esa casa", ha afirmado Fran, quien considera que, en su caso, existió falta de sensibilidad por parte de la justicia.
"Lo que nos impuso este señor no tenía sentido. No nos quiso ni escuchar", ha lamentado durante la entrevista. Aunque el tiempo no ha borrado del todo la tristeza, para Fran su madre es lo más parecido a una "heroína" que ha conocido nunca."Para mí es todo un orgullo el decir que soy el hijo de Ana Orantes", ha concluido en la entrevista.