Los agentes realizaron cuatro registros domiciliarios y otro en un trastero. En ellos se incautaron de 335 kilos de hachís y casi seis kilos de cocaína, unos 15.000 euros, varias balanzas de precisión, diversos teléfonos móviles, ordenadores y cinco vehículos.

Las investigaciones se iniciaron en el mes de abril al tener conocimiento los policías que una persona se dedicaba a distribuir hachís a mediana escala a terceras personas y que éstas, a su vez, lo vendían al menudeo en parques y domicilios de la ciudad de Valencia y en poblaciones limítrofes.

El principal sospechoso vivía con su compañera sentimental en una vivienda en el distrito de Marítimo que utilizaba como centro de operaciones y tenía un colaborador que, junto con su compañera sentimental, vivía en el mismo barrio y era el encargado de realizar las "entregas" previamente concertadas.

Las entregas las realizaba en un coche que disponía de un habitáculo en el salpicadero donde ocultaba las sustancias estupefacientes. Los investigadores comprobaron que el colaborador disponía de otro coche con el que normalmente se desplazaba a su puesto de trabajo, y que el líder del grupo disponía de otros dos vehículos, uno que lo usaba habitualmente y otro con el que circulaba en contadas ocasiones y en el que fue localizada una "caleta" para ocultar la droga.

Los principales compradores de la droga eran dos hombres, también vecinos del Marítimo, que la distribuían al menudeo en parques y domicilios de Valencia y localidades limítrofes. Uno de ellos tenía en vigor dos requisitorias de ingreso en prisión. Además, el principal responsable tenía un domicilio próximo al de su colaborador, al que únicamente accedía él y que lo utilizaba como depósito de la mayor cantidad de droga.

El principal responsable junto a su compañera manejaban grandes cantidades de hachís, unos 500 kilos, que guardaban en el domicilio del que nadie tenía conocimiento, y del que, sucesivamente, sacaban un fardo, de unos 30 kilos, que entregaban a su colaborador que lo ocultaba en un trastero y de ahí lo iba sacando según le indicaba el jefe.

Con frecuencia, el jefe sacaba del piso grandes cantidades de hachís, entre 30 y 60 kilos, y las almacenaba en el doble fondo del coche. Además adquiría importantes cantidades de cocaína que también guardaba en el domicilio que usaba como depósito o en el doble fondo del vehículo.