La borrasca Nelson ha hecho de las suyas. Sus lluvias y viento han abaratado el precio de la luz este lunes hasta al punto registrar un mínimo histórico, pero también ha dejado auténticos estropicios en carreteras y calles. Con algún que otro susto incluido.

Como el de Andorra, donde una roca de 180 toneladas cayó ladera abajo desde el monte de la Ciutat de Valls en Andorra llevándose por delante huertos, muros y hasta árboles. Eso sí, no hubo que lamentar heridos porque la enorme piedra se detuvo a pocos metros de edificios.

En Jaén, sin embargo, siguen sufriendo los efectos de la borrasca que dejó un gran socavón en una de las principales avenidas y rompió el colector de aguas residuales. Parte del vecindario estuvo sin agua potable durante horas. Los operarios trabajan para reparar los daños cuanto antes.

Los vecinos de un pueblo de la sierra de Granada han quedado prácticamente incomunicados, pues una de sus carreteras de principal acceso ha quedado cortada por el derrumbe de la montaña.

Otro de los lugares más afectados es la costa catalana. Ola a ola el mar ha engullido la playa de Arens de Mar en Barcelona. Para proteger la playa tuvieron poner sacos de arena y quitar a la fuerza con excavadoras hasta seis palmeras que había. Pero el fuerte oleaje consiguió comerse una terraza de un restaurante por completo. "Hay peligro de que se venga abajo", lamenta el dueño del restaurante El Portinyol, José Moreno.

El temporal se ha cobrado la vida de cuatro personas, dejando también varios desaparecidos. Dos de ellos en un acantilado de Miracle, Tarragona. Aunque intentaron rescatarles fue imposible por la fuerza de las olas. Un helicóptero recuperó sus cuerpos. Lo mismo ocurrió en Asturias, donde también fallecieron otras dos personas arrastradas por las grandes olas.