Dos caminos y un objetivo
Tan solo tres cambios en 50 años: los pasos a seguir para reformar la Constitución
El contexto Todas ellas han estado marcadas por la necesidad y por la vía más asumible: la veda la abrió el hecho de que los ciudadanos de la UE pudieran participar en las elecciones municipales.

Resumen IA supervisado
Este sábado, la Constitución Española celebra su 47 aniversario. A pesar de su longevidad, solo ha experimentado tres reformas. La primera, en 1992, permitió a los ciudadanos de la Unión Europea participar en elecciones municipales. La segunda, en 2011, se centró en la estabilidad presupuestaria. La última, en 2024, eliminó el lenguaje discriminatorio hacia personas con discapacidad. Modificar la Constitución requiere consenso, con dos procedimientos: uno más sencillo para cambios no fundamentales, que necesita la aprobación de tres quintos del Congreso y Senado, y otro más complejo para derechos fundamentales, que exige un proceso electoral y referéndum.
* Resumen supervisado por periodistas.
Este sábado la Constitución Española cumple nada más y nada menos que 47 años. Aunque ha pasado casi medio siglo desde que entró en vigor, las reformas aún toman distancia con la Carta Magna y es que esta solo ha vivido tres cambios.
Estas tres veces han estado marcadas por la necesidad y por la vía más asumible. Pero, ¿cúando se cambió por primera vez?, esta es una de las preguntas que se cuestionan los ciudadanos en un día tan señalado como el 6 de diciembre.
La veda la abrió el hecho de que los ciudadanos de la Unión Europea pudieran participar en las elecciones municipales, medida que finalmente se aprobó en 1992.
Para la segunda reforma tuvo que pasar toda una década y las negociaciones por la estabilidad presupuestaria. Así llegó el segundo cambio en 2011.
La última y de la que muchos se acordarán llegó hace tan solo un año, en 2024, sustituyendo el lenguaje discriminatorio del texto anterior hacia las personas con discapacidad.
Eso sí, para cambiar la Constitución hay que llegar a un acuerdo y para ello existen dos caminos. El fácil, el que no toca puntos fundamentales: se presenta, se aprueba por tres quintos en el Congreso y el Senado y si es necesario se lleva a referéndum.
Pero como haya que modificar un derecho fundamental o referente a la corona, el objetivo se acaba convirtiendo en misión imposible.
La otra opción, que es más difícil, contempla que voten a favor dos tercios en el Congreso y el Senado, se vaya a elecciones, volver a aprobarlo y por último, un referéndum.
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