El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, ha asegurado este jueves que aunque la diferencia de 3.700 muertos en la primera ola que arrojan las cifras del INE respecto a las del Ministerio "no es pequeña", las decisiones tomadas no habrían variado.

"Obviamente no es pequeña, pero no modifica la magnitud del riesgo y la toma de decisiones no se hubiera variado", ha respondido en su habitual rueda de prensa de los jueves al ser preguntado por la estadística publicada hoy por el INE que eleva a 45.648 los fallecidos por coronavirus entre marzo a mayo entre casos identificados y sospechosos.

En concreto, el Instituto Nacional de Estadística ha contabilizado 32.652 muertos con el virus "identificado" frente a los más de 28.000 que notificó entonces el Ministerio de Sanidad -que incluía en su cómputo solo a los fallecidos con una PCR positiva- y 13.032 con el virus "sospechoso". Así, la diferencia entre los identificados y los que fueron notificados por las comunidades a la red de vigilancia son algo más de 3.600, unas diferencias que "esperaban" en Sanidad.

"Es duro hablar de más de 3.000 fallecidos, pero son cifras que entraban más o menos dentro de las estimaciones de margen y error que manejábamos", ha señalado el epidemiólogo, para quien la estadística del INE muestra que el sistema de vigilancia epidemiológica "fue lo suficientemente preciso, aunque no lo oportuno en tiempo que nos hubiera gustado, para que la toma de decisiones no fuera sesgada por la diferencia de fallecidos".

Así, y aunque la diferencia pueda parecer llamativa, "desde el punto de vista de la gestión de la epidemia no iba a modificar el modo en el que se tomaron las decisiones", ha abundado. "Cuando surgió el debate en abril sobre el exceso de muertos ya comentamos que los datos del INE son los que darían la visión más realista respecto a la letalidad de la enfermedad y la mortalidad respecto a la población", ha recordado.

Simón ha preferido ser "mucho más precavido" con el número de sospechosos, puesto que "es posible" que fallecieran por coronavirus, pero también que lo hicieran por otras causas. De hecho, este grupo tiene una mediana de edad más alta de los identificados, lo que implica que eran personas "más frágiles", por lo que el motivo de su defunción "es más difícil de atribuírselo al virus".