Ni Gernika ni Euskadi

Hasta 20.000 efectivos y novedosa tecnología bélica: así convirtió Hitler la España de Franco en campo de pruebas para la IIGM

¿Por qué es importante? Si bien este viernes el rey Felipe VI y el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, han homenajeado a los fallecidos por los bombardeos germanos en Gernika, la relación de ambos países con la Guerra Civil va más allá.

Imágenes de archivo de la Guerra Civil española.
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Si bien este viernes el rey Felipe VI y el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, han homenajeado a los fallecidos por los bombardeos germanos en Gernika, la relación de ambos países con la Guerra Civil va más allá. De hecho, la implicación del III Reich de Adolf Hitler fue decisiva para la llegada de Francisco Franco al poder. Esto es lo que dice la historia.

En el municipio vizcaíno, era día de mercado y la Legión Cóndor alemana lo aprovechó para lanzar miles de kilos de bombas sobre Gernika. Unos bombardeos a raíz de los que murieron más de 1.600 civiles, al tiempo que dejaron el 85% de los edificios destruidos. Se trata de una de las grandes masacres que los soldados alemanes cometieron en España.

Esta, sin embargo, no fue la única, puesto que Hitler convirtió España en un auténtico campo de pruebas antes de la Segunda Guerra Mundial, mediante ensayos atroces que acabaron con la vida de entre 3.000 y 5.000 personas en Málaga, en la conocida como la Desbandá. Allí, centenares de miles se vieron obligadas a huir hacia Almería por la llamada carretera de la muerte.

Los alemanes llegaron a España con aparatos novedosos, tecnología bélica, tanques, armas, especialistas, cazas y centenares de aviones. Los efectivos se contaban por miles, llegando a contabilizarse unos 20.000, en total. Todo para ayudar a Franco a vencer a la República y, de paso, practicar.

Por ejemplo, probaron los bombarderos en picado en los cielos de Teruel, participaron en la Batalla del Ebro y en la de Madrid. También arrasaron cuatro pueblos en Castellón, al tiempo que contaban con bases secretas de submarinos y pistas de aterrizaje que muy poca gente conocía.

Casi todos los oficiales y pilotos que lucharon aquí lo harían después en el gran conflicto. Tal fue su relevancia, en aquel momento, que España llegó a abrir para ellos un cementerio de soldados alemanes en el municipio cacereño de Cuacos de Yuste, muy cerca del monasterio donde falleció Carlos I de España y V de Alemania. Allí descansan los restos de decenas de efectivos que cayeron, en nuestro país, durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

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