El alto el fuego no es real

Ni tregua ni alivio: Gaza sigue sin agua ni comida mientras Netanyahu bloquea la entrada de ayuda humanitaria

El contexto El alto al fuego firmado en Egipto preveía abrir los pasos hacia Gaza, pero el Gobierno israelí mantiene cerrada la frontera y usa la ayuda como presión política. Estados Unidos insiste: Hamás ha cumplido su parte.

Combatientes palestinos de las Brigadas Izz ad-Din al-Qassam de Hamás vigilan la salida de vehículos del CICR que transportan los restos de rehenes israelíes entregados por Hamás en la ciudad de Gaza
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Fuentes de la Casa Blanca aseguran que Hamás no está incumpliendo el acuerdo de alto el fuego, a pesar del retraso en la entrega de los cuerpos de los rehenes fallecidos. En el pacto, firmado en Egipto, la milicia solo se comprometía a devolver los restos que estuvieran en su posesión, y según Estados Unidos, eso ya se ha hecho: nueve cuerpos entregados, ni uno más ni uno menos.

"Es un proceso espantoso. Casi odio hablar de ello, pero están cavando", reconocía incluso Donald Trump, en una rara muestra de empatía, al referirse a la dificultad de recuperar cuerpos entre la destrucción total de Gaza.

Y es que el contexto lo explica todo: 10.000 personas podrían seguir bajo los escombros. No hay maquinaria, ni combustible, ni rescatistas suficientes. Los hospitales siguen colapsados. El hospital Al Shifa asegura que continúa sin electricidad, agua ni medicinas.

El chantaje de la ayuda humanitaria

El acuerdo también incluía un punto clave: abrir todos los pasos hacia Gaza y permitir la entrada de 600 camiones de ayuda humanitaria al día. Pero el paso de Rafah sigue cerrado y Netanyahu lo usa como presión, amenazando con retomar los combates si no recibe a todos los rehenes, vivos o muertos.

Esa decisión está dejando a miles de personas atrapadas, entre ellas pacientes que necesitan salir urgentemente. Como Hassan, un joven de 18 años, que su padre, Ibrahim Qlob, teme perder: "Si no se abre el paso fronterizo y no puede salir al extranjero para recibir tratamiento, lo perderé. Lo perderé".

Mientras tanto, el jefe humanitario de la ONU, Tom Fletcher, ha llegado a la zona para intentar desbloquear la situación: "Por ahí pasan muchas provisiones, comida, medicinas y tiendas de campaña que los civiles necesitan desesperadamente".

Entre el miedo y el agotamiento

En Israel, las familias de los rehenes viven en la otra cara del conflicto. Piden que se rompa el alto el fuego si Hamás no entrega a todos los cautivos, aunque muchas reconocieron hace meses que algunos cuerpos ya son irrecuperables.

Para Washington, el acuerdo se está cumpliendo, y ahora trabaja con Turquía y otros países para enviar expertos en recuperación de cuerpos. Pero sobre el terreno la realidad es otra: Gaza sigue al límite, sin comida, sin medicinas, sin agua.

Sin ayuda humanitaria, no hay reconstrucción, ni esperanza, ni posibilidad real de cumplir ningún acuerdo. Y mientras Netanyahu mantenga cerrado Rafah, el alto el fuego será poco más que una pausa en medio del desastre.

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