Marc Márquez tiene ganas de fiesta en Texas. El catalán, ahora con la Ducati de Gresini, sabe que este Gran Premio, el de Las Américas, es uno de los circuitos que tanto él como incluso sus rivales tienen marcado en el calendario sabiendo de los resultados que ha obtenido a lo largo de su carrera deportiva. El viernes, de menos a más y con esperanzas de lograr algo grande en Austin.

Porque poco a poco se fue haciendo a esas diferencias que hay entre la moto que tiene ahora y la que ha tenido durante toda su vida. Porque, al final, se colocó tercero con un registro de 2:01.806 superando en dos segundos su crono de la mañana.

Se quedó, eso sí, a cuatro décimas de Jorge Martín, que paró el crono con un tiempo inalcanzable para el resto de los mortales en MotoGP.

Pero ha ido de menos a más, y Márquez lo sabe: "Estoy feliz. Hemos reaccionado bien después de un comienzo incómodo".

"¿La moto perfecta? Es algo imposible"

"Es como esperaba. Quizá solo lo esperase yo, pero hay tres pilotos que van muy rápido".

En ese sentido, sabe que tiene que adaptarse a todo lo que es la pista de Texas tras toda una vida en Honda: "Con esta Ducati hay que pilotar de otra manera. Hay que encontrar el crono de otra forma en esas curvas".

"Me he concentrado en eso toda la tarde. Lo comencé a hacer, y los tiempos han ido mejorando. Poco a poco se va ese instinto de pilotar como si llevara una Honda", afirma Marc.

Márquez, eso sí, sabe que en el equilibrio está la clave: "Tener la moto perfecta es algo imposible. La Honda, por ejemplo, era muy buena en esas curvas de parar y frenar".