Mourinho planteó una muralla para frenar al Liverpool, De Gea la sostuvo y Xherdan Shaqiri la tiró abajo, cuando decantó el Clásico de Inglaterra (3-1) con un doblete que mantiene al Liverpool líder y deja al Manchester United a 19 puntos del liderato de la Premier League.

Los 'Reds' dispararon 35 veces a un United que se aferró al empate de Jesse Lingard, tras abrir el marcador Sadio Mané, pero que no pudo aguantar la entrada de Shaqiri a 20 minutos del final, artífice de la gran victoria del Liverpool.

Otro partido contra un rival de entidad y el planteamiento de Mourinho no iba a cambiar. Tres centrales, dos laterales y tres en el medio para frenar a un Liverpool que, tal y como se esperaba, salió a comerse al rival. Los de Jürgen Klopp ahogaron al United durante los diez primeros minutos.

Los 'red devils' no salían de su área y el Liverpool iba con las ideas muy claras contra la meta de David de Gea. Robaban en tres cuartos y atacaban el muro de 'Mou'. Sin grandes ocasiones que pudieran abrir el marcador, el United sí lo hizo, pero en fuera de juego. Una falta colgada desde el flanco izquierdo se paseó delante de Romelu Lukaku, que hizo el gesto de golpear, sin tocar el esférico, y se coló en la puerta de Alisson. El árbitro interpretó que Lukaku intervino en la jugada y anuló el tanto.

El asedio no cejó hasta que, por su propio peso, llegó el gol 'Red'. Fabinho filtró un esférico por alto, entre toda la muralla del United, y Mané controló con el pecho y fusiló solo a De Gea. Los de Klopp lo tenían controlado, pero dieron un paso atrás con el gol y permitieron al United estirarse, lo que se tradujo en el gol del empate en una de las pocas, por no decir la única, ocasión visitante. Lukaku centró desde banda izquierda, Alisson no blocó, dejó el balón muerto en el área pequeña y Lingard llegó desde atrás para rebañar el esférico y medio cayéndose poner el empate.

El partido llegó al descanso con el marcador deseado por Mourinho. El guion se adaptaba a sus exigencias y con el 1-1 el mayor beneficiado era él y no un Liverpool que merecía, por los quince remates realizados, ir por delante en el marcador.

El portugués se sintió estratégicamente por delante y en el descanso dejó en el banco a Diogo Dalot y metió a Marouane Fellaini, para cerrar aún más el medio y gozar de otra arma por arriba. Mientras en la cabeza de Mourinho el empate era un buen resultado, De Gea se encargaba de sostenerlo en el campo, sacando una gran mano abajo a Mané dentro del área.

Las tornas no habían cambiado, el acoso del Liverpool, ansioso por seguir líder, permutaba por las bandas y el United se agazapaba atrás, esperanzado de que cazarían alguna jugada aislada. En el minuto 70, Klopp, consciente de que el partido estaba en su mano y dependía de la puntería de sus muchachos, retiró a un medio defensivo como Keita y dio entrada a Shaqiri.

La entrada del suizo fue mágica. Como tocado por una varita, el menudo mediapunta logró con uno de sus primeros toques lo que ansiaba todo Anfield. Mané se internó por banda izquierda, puso un pase de la muerte que repelió De Gea. El rechace le llegó dentro del área a Shaqiri quien de primeras golpeó, el cuero tocó en Ashley Young y, después de tocar en el larguero, se transformó en el segundo tanto 'Red'. Un jarro de agua helada para Mourinho y un asterisco que no entraba en su plan.

Obligado a atacar, el United no estuvo cómodo y dejó espacios atrás, la especialidad del Liverpool. En una transición rápida, Firmino, desde dentro del área, tocó un balón hacia atrás, esperando que alguien lo recogiese. Shaqiri apareció en la frontal, se inventó un latigazo y el balón tocó en Eric Bailly colándose junto al palo de De Gea.

Ni siquiera pudo tirar de orgullo el conjunto de Mánchester, que ha sumado seis de los últimos 18 puntos en la Premier y que seguramente decepcionó a Alex Ferguson, presente en las gradas de Anfield. El Liverpool prosigue su marcha como gran aspirante al título en Inglaterra y recupera el liderato que le arrebató el sábado el Manchester City.