Si no es el mejor del mundo, está entre los mejores. Y lo está por paradas como la que hizo en la final de la Supercopa de España. Thibaut Courtois, portero del Real Madrid, se lució ante el Athletic en un duelo en el que no tuvo excesivo trabajo... pero cómo resolvió el poco que tuvo.

Porque de no ser por él, el Real Madrid habría sudado y no precisamente poco al final de un envite que tenía controlado y dominado hasta el minuto 70. Hasta que se fue excesivamente atrás y el Athletic empezó a animarse.

En los últimos diez minutos, los de Marcelino cercaron a los de Ancelotti. En esas, Raúl García probó con la testa pero su cabezazo lo repelió Militao. Con la mano. En el área. Roja, y penalti.

Ahí apareció Courtois. Disparó Raúl García. Courtois se tiró hacia su derecha. El lanzamiento, por el centro... Sí, parecía que sería gol, pero no.

Y no lo fue porque el belga dejó su pie izquierdo para repeler el lanzamiento del futbolista del Athletic. Porque Courtois hizo valer su saber, su veteranía y, también, un físico que hace que ocupa una enorme cantidad de portería.

Quién sabe qué habría pasado de haber entrado dicha pena máxima, pero no es lo mismo un 0-2 que un 1-2 y más con diez jugadores cuando quedan cinco minutos para que se termine un partido.

El Real Madrid no sufrió al final, y logró levantar una Supercopa de España en la que se impuso a Barcelona y a Athletic.