Kubo se ha ganado un poco más al Real Madrid. El japonés, ahora en el Real Mallorca, fue el verdugo de un Atlético que ha vuelto a ver cómo su muro en defensa se derrumba. Esta vez, en el Metropolitano, que lejos está de ser el fortín que debería. Y en esta ocasión, por un 1-2 ante un equipo que provocó pitos tras el final del envite por parte de la afición rojiblanca.
Y con razón, porque este Atleti no es precisamente sólido. Porque el equipo que podía presumir de ser una roca ahora tiene tantas grietas que se puede colar hasta una cascada por ellas. Empezaron ganando, pero eso ya no es sinónimo de victoria en un equipo que esta semana puede quedarse fuera de Europa.
No de la Champions, sino de Europa en general. Y no es la mejor forma de jugar ante el Oporto el hecho de ir con desconfianza, con la moral derrotada por un partido perdido en casa ante el Real Mallorca tras el gol inicial de Cunha.
Lejos de ir a por otro, o de defender bien el gol que lucía en el luminoso, el cuadro de Simeone se quebró. Primero, en una jugada a balón parado horriblemente defendida por Mario Hermoso. Gol de Russo y empate.
Luego, volcados para vencer, contragolpe de manual y fallo grupal con un Marcos Llorente que no acertó a despejar. Kubo arrancó, completamente solo, desde su propio campo. Desde ahí tan solo tuvo que correr y que batir a Jan Oblak por raso.
Así terminó todo, con pitos para un equipo que sigue siendo el vigente campeón hasta que finalice la presente temporada.
El, a priori, mejor Atlético de todos los tiempos por plantilla y por entrenador, y por salarios y gastos en fichajes, puede ver cómo Europa se va y cómo el Real Madrid se aleja, más, en la clasificación.
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