Lo del fútbol turco ya es un esperpento total. Si años atrás eran considerados casos aislados peleas entre ultras o jugadores, en la última semana han consumado la vergüenza más absoluta.

Primero fue Faruk Koca, presidente del MKE Ankaragucu, que agredió al árbitro Halil Umut Meler propinándole un brutal puñetazo que le dejó medio rostro morado.

Después, este martes, su homólogo en el Istanbulspor, Faik Sarıalioğlu, bajó al terreno de juego y ordenó a sus jugadores que abandonaran el campo.

Colistas con solo ocho puntos, perdían ante el Trabzonspor por 1-2 y el colegiado no señaló un supuesto penalti.

Fue entonces cuando el presidente bajó al verde y se llevó a sus jugadores al vestuario, obligando a suspender el partido.