El baloncesto americano no va a dejar nunca de brindar historias tan increíbles como la de Joe Hammond. El campeón de la NBAJulius Erving, apodado en las canchas como 'Doctor J', ha explicado en su libro "Dr. J, The Autobiography" el relato de uno de los mejores jugadores del baloncesto callejero en Estados Unidos.

Le llamaban "The Destroyer" ('El Destructor') y Erving lo describe como "un tío de 1,93 con fama de ser el mejor jugador de uno contra uno de Nueva York, que era lo mismo que ser el mejor del mundo".

Ambos se conocieron a principios de la década de los 70, cuando disputaban 'pachangas' de baloncesto por el barrio de Rucker Park (Nueva York). En los enfrentamientos callejeros, Hammond era el mejor. Se decía que tenía un tiro extraordinario pero que su mayor cualidad lucía a la hora de penetrar hacia el aro, donde nadie le paraba.

No tardó en hacerse ruido sobre los destellos de un joven de 21 años. Wilt Chamberlain, jugador de los Ángeles Lakers y habitual espectador de los 'shows' de baloncesto en Rucker Park, propuso de manera bastante insistente a la entidad angelina que drafteara a Hammond.

Y así fue. En 1971 Joe Hammod fue el número cinco de lo que se conocía como el 'hardship draft', un sistema de elección para jugadores que quisieran jugar en la NBA y no tuvieran estudios universitarios. Los Lakers le ofrecieron al 'Destructor' un contrato de 50.000 dólares por tres años más casa y coche.

Hasta ese momento todo parecía seguir el curso de una de esas míticas historias de como un jugador de la calle, contra todo pronóstico, podía alcanzar la cúspide del baloncesto. Nada más lejos de la realidad, Hammond consideró que el contrato era ridículo en cuanto a cifras monetarias así que rechazó la oferta alegando que podía conseguir más dinero vendiendo droga.

Él mismo lo cuenta: "Debían creer que estaban ofreciéndole el mundo a un miserable negro del gueto, pero no necesitaba su dinero. Ganaba miles de dólares vendiendo heroína, cocaína, crack, marihuana… No necesitaba 50.000 dólares de los Lakers. Les dije que merecía lo mismo que sus mejores jugadores porque era mejor que ellos, pero no quisieron pagarme más".

Tiempo después Hammond volvió a rechazar un contrato, esta vez de los Nets de la ABA. Una condena por tráfico de drogas lo dejó un tiempo entre rejas y su trayectoria como jugador de baloncesto no le brindó mayor reto que jugar en ligas menores.

Su curiosa afición por el conflicto, y en especial por el comercio de estupefacientes, privaron al 'Destructor' de lo que podría haber sido una de las carreras más brillantes de la NBA y lo dejó sepultado bajo las catacumbas del baloncesto americano.