Mirar es lo más importante de todo, ya lo dijo el fotógrafo Leopoldo Pomés. Precisamente, es esa expresión la que da nombre a una retrospectiva que han puesto en marcha la mujer y la hija del artista tan solo dos meses después de su muerte. Indagaron en su archivo y pusieron en marcha este homenaje como una forma de afrontar el duelo por su pérdida. Así, conviene detenerse a observar cada obra para descubrir el archivo de uno de los fotógrafos más importantes de España.

"Tenía una intuición compositiva extraordinaria y un punto de vista y una forma de representar muy elegante", ha expresado Cecilia Casas Desantes, conservadora del Departamento de Difusión y Comunicación del Museo Cerralbo. Esta es la primera exposición con positivos originales, recortes y pruebas de laboratorio tras su fallecimiento hace casi dos años.

"El proceso para nosotros se convirtió en un luto de lujo. Tuvimos, a la fuerza, que enfrentarnos a la obra", ha explicado Juliet, hija de Leopoldo Pomés. Esta retrospectiva se encuentra dentro del Festival PhotoEspaña y propone descubrir a un Pomés observador y muy pero que muy disciplinado y meticuloso en eso de la fotografía.

"Recuerdo que un día me llamó, muy nervioso, y me dijo: 'Coge tu traje de baño blanco, que nos vamos ahora mismo a la playa. Hoy es la luz perfecta", ha recordado Karin Leiz, mujer de Leopoldo. En esa playa hicieron una sesión de fotos buscando esa luz blanca que hipnotizaba a Pomés, huyendo de las sombras. No quería ninguna en sus retratos.

Pomés también quiso poner a prueba el erotismo. En sus retratos a menudo aparecen "mujeres fumando o en actitudes de control total de su cuerpo", según ha detallado Cecilia Casas. Así recogió las miradas de Bernardette, de Isabel, Geneviève, Elsa, Núria y, como no, su mujer: Karin. "Con posturas que hoy podríamos considerar para los años 50 atrevidas", ha añadido Cecilia.

Karin ha rememorado con laSexta que a Leopoldo "le interesaba más que nada el paisaje urbano, observar a las personas que pasan y que no saben que las estás mirando". Tal es el ejemplo de la tertulia en las Ramblas que fotografió en el año 59. Hasta Serrat reconoció su genio, ese que descorchó la chispa de la felicidad y que, después de todo lo que hizo, podemos contemplar la obra de ese fotógrafo que se pasaba el día mirando.