Protestas masivas

El boicot cultural a Israel: cuando la sociedad sí ejerce la presión que los gobiernos se niegan a realizar

Los detalles Cada vez se ven más denuncias desde el mundo de la cultura y el deporte contra el genocidio en Gaza: La Vuelta a España o el Festival Internacional de Cine de San Sebastián son los últimos de la lista.

Comunicado del Festival Internacional de Cine de San Sebastián contra el genocidio en Gaza
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La protesta de cientos de personas en la etapa de este miércoles en La Vuelta a España solo ha sido el último capítulo de una larga lista de manifestaciones contra el genocidio israelí en Gaza en citas culturales y deportivas. La presión y denuncia que no están haciendo algunos gobiernos sobre lo que está pasando en Gaza lo están asumiendo ciudadanos y figuras destacadas del deporte y la cultura.

Por ejemplo, el Festival Internacional de Cine de San Sebastián se ha sumado a la batalla cultural contra Israel con un comunicado mostrando su repudia a las actuaciones del Ejército de Israel en el enclave palestino: "Creemos necesario mostrar públicamente nuestro rechazo al genocidio, a las masacres inimaginables a las que el Gobierno de Benjamin Netanyahu está sometiendo al pueblo palestino".

Un genocidio que también rechazaban en el Festival de Venecia, donde en la alfombra roja aparecía la fotografía de la pequeña Hind. En definitiva, voces unánimes que exigen el veto de Israel y, ante la impasividad del mundo, los escraches se repiten allá donde participe Tel Aviv.

Una pelea que ya vemos asiduamente en las calles o en otros eventos, como el reciente certamen de Eurovisión o en los pasados Juegos Olímpicos de París, citas en las que se protestó contra la participación israelí.

Porque estos boicots culturales y deportivos están cada vez más extendidos. Y la historia ha demostrado que funcionan. "El apartheid en Sudáfrica cayó, en parte, por boicots culturales", ha recordado Mario Saavedra, analista internacional, en Al Rojo Vivo.

Mecanismos de presión que fueron claves en la lucha para acabar con el apartheid, pero la diferencia es que Sudáfrica no tenía de su lado a Estados Unidos. Y, aunque eso refuerza su impunidad, no lo hace ante un mundo que ya no parece dispuesto a seguir callándose ante este genocidio.