¿ES UN RENAULT? NO DEL TODO

Mitsubishi vuelve a usar un modelo de Renault, esta vez para uno de sus nombres más míticos

El Eclipse Cross se convierte en un SUV eléctrico con toda la pinta de Renault disfrazado de samurai. Aunque lo cierto es que puede ser una buena compra.

Mitsubishi Eclipse Cross

Mitsubishi vuelve a usar un modelo de Renault, esta vez para uno de sus nombres más míticosMitsubishi

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Mitsubishi lleva tiempo jugando a ser japonesa en los anuncios y francesa en las fábricas. No es la primera vez que lo hace ni será la última: ya lo vimos con el Grandis, con el ASX, con el Colt, y ahora le toca al Eclipse Cross, que se convierte en un SUV eléctrico con toda la pinta de Renault disfrazado de samurai. La jugada tiene lógica por más que pueda sonar a tomadura de pelo para los que crecieron viendo el nombre “Eclipse” en un coupé de los noventa que era cualquier cosa menos un crossover con dos sillas infantiles y Google Maps integrado a no ser que Paul Walker nos engañase.

El caso es que Mitsubishi no ha tenido otra que moverse. Llevaban años fuera de la batalla eléctrica mientras rivales como Volkswagen, Hyundai o incluso la propia Renault llenaban las calles de modelos a batería, y seguir parados habría sido cavar su propia tumba. Así que han tirado de lo que tenían más a mano: la alianza con Renault-Nissan. La receta es sencilla: coges la plataforma CMF-EV, le pones un traje japonés con los detalles justos para que no cante demasiado y lo vendes como un Eclipse Cross eléctrico.

Mitsubishi Eclipse Cross
Mitsubishi Eclipse Cross | Mitsubishi

Ahora bien, sería injusto decir que todo es copiar y pegar, porque el coche tiene su propio trabajo de chapa, un frontal con nervaduras que aporta algo de carácter y una trasera que al menos intenta diferenciarse, con esas ópticas que recuerdan a su predecesor pero sin caer en lo cutre. Lo más importante es que esta vez no han hecho un coche para salir del paso, sino que han apostado por batería grande y prestaciones decentes, lo que da a entender que no quieren volver a ser irrelevantes en Europa.

Diseño con truco, pero diseño al fin y al cabo

Lo fácil habría sido calcar el Scenic, cambiarle la parrilla y darle las gracias al jefe de proyecto en París (que es lo que han hecho hasta ahora), pero Mitsubishi se ha molestado en meter algo de personalidad. La parrilla cerrada no parece un tapón puesto a toda prisa, sino parte del diseño; las ópticas diurnas tienen un patrón propio y el conjunto transmite cierto aire agresivo, como si alguien en Japón hubiese levantado la voz en la reunión y recordado que esto debía seguir siendo un Eclipse Cross, no un Renault de chapa cambiada.

Mitsubishi Eclipse Cross
Mitsubishi Eclipse Cross | Mitsubishi

En la trasera han sido un poco más comedidos, pero la continuidad con la generación anterior está ahí. Esa franja negra que une los pilotos y las líneas más limpias del portón le dan un aire distinto más que suficiente para que no parezca un Scenic tuneado, y las proporciones, con 4,47 metros de largo, son las adecuadas para un SUV de este tamaño: ni mastodonte urbano ni juguete de centro comercial.

Por dentro el salto es notable, porque pasamos de una cabina correcta y olvidable a un interior con dos pantallas de 12,3 pulgadas, Android Automotive de serie y todo lo que se espera en 2025 de un coche que quiere competir de verdad. Nada de inventarse sistemas multimedia absurdos e imposibles de manejar en marcha. Aquí han decidido que lo importante es que funcione, y Google ya se ha peleado bastante con eso como para dejarles la tarea hecha.

Mitsubishi Eclipse Cross
Mitsubishi Eclipse Cross | Mitsubishi

Prestaciones sensatas y autonomía que convence

Mitsubishi ha optado por no arriesgar demasiado en el apartado mecánico. Lleva 218 caballos y 300 Nm, así que el coche anda lo que tiene que andar para un SUV familiar, acelera de 0 a 100 en poco más de ocho segundos y alcanza 170 km/h, que es más que suficiente para que no te echen el alto en Alemania ni te dé miedo adelantar un camión en Cuenca. No es un misil, pero no buscas un misil, sino un coche cómodo para tu familia.

Lo que sí importa es la batería: son 87 kWh que se traducen en más de 600 kilómetros homologados, o unos 450-500 reales si no haces el animal. Eso coloca al Eclipse Cross eléctrico en el club de los coches que ya no dan ansiedad de autonomía, y que permiten viajes como Madrid-Valencia sin tener que buscar un cargador cada dos horas. La carga rápida a 150 kW no es de récord, pero está bien acompañada de bomba de calor y refrigeración líquida, que son detalles que marcan la diferencia cuando llegan los fríos de verdad.

Mitsubishi Eclipse Cross
Mitsubishi Eclipse Cross | Mitsubishi

Habrá también una versión de entrada con 60 kWh y 170 caballos, pero Mitsubishi sabe perfectamente que los europeos preferimos pagar un poco más y tener autonomía de sobra (Yo al menos). En ese sentido, el enfoque es redondo porque el coche que realmente venderán será el de batería gorda, y eso les da margen para posicionarlo como un producto más serio, aunque el precio final será lo que determine si la jugada funciona o no.

Estrategia con aroma francés, acento japonés

Fabricar el coche en Douai, junto con otros modelos de Renault, no es casualidad. La infraestructura está ahí, la plataforma también, y lo único que tenían que hacer era decidir cuánto de japonés le querían poner encima. La respuesta es: lo justo, que comercialmente es una decisión sensata, porque así ganan tiempo, reducen costes y pueden volver a Europa con algo que no sea un chiste.

Mitsubishi Eclipse Cross
Mitsubishi Eclipse Cross | Mitsubishi

El problema es la percepción, porque mucha gente recordará que el Colt no era más que un Clio y que el ASX era un Captur con otro logo, y claro, la duda es si merece la pena irse al concesionario de Mitsubishi para llevarse un Renault disfrazado. Esta vez la marca intenta evitar esa sensación con un producto más diferenciado y con una estrategia de posicionamiento que suena ambiciosa a base de versiones Kaiteki, garantía ampliada, promesas de servicio postventa… todo para que el comprador europeo no piense que está comprando lo mismo pero en caro.

La batalla, en cualquier caso, será dura. En el segmento ya compiten el ID.4, el Enyaq, el Ioniq 5, el Scenic o el Ariya, todos ellos con nombres que suenan más a eléctricos de toda la vida que un “Eclipse Cross” reciclado. Pero bueno, Mitsubishi necesitaba este cambio, y aunque sea otro Renault disfrazado, es mejor llegar tarde con un producto decente que seguir desaparecidos. Lo que está claro es que los tiempos del Eclipse coupé de los noventa no volverán aunque nos moleste, pero al menos la marca del diamante tiene ahora un coche del que no tiene por qué avergonzarse.

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