SE ACABÓ EL CONDUCIR

Europa pretende acabar con la conducción: Se lanza a la carrera del coche autónomo con Inteligencia Artificial (y lo va a cambiar todo)

Llevamos tiempo frente a una Europa que no parece saber muy bien por donde ir. Las decisiones, las normas que se ponen en marcha y muchas otras cosas, muestran una falta de objetivo claro y ahora, parece que quieren evitar que la gente conduzca sus coches y prefieren una conducción autónoma con Inteligencia Artificial

Coches autónomos

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Europa ha dado un paso que hasta hace pocos años parecía ciencia ficción: acelerar la implantación del coche autónomo como si le fuera la vida en ello. No se trata de un experimento aislado ni de una nota técnica perdida en Bruselas. Es un movimiento estratégico y coordinado para liberar carreteras, reducir emisiones, evitar accidentes y, de paso, transformar por completo cómo nos movemos.

El mensaje entre líneas es claro: conducir como lo entendemos hoy tiene los días contados. Y en despachos donde no se suelen permitir frases grandilocuentes, lo están diciendo sin disimulo.

 Hyundai Ioniq 5 autónomo
Hyundai Ioniq 5 autónomo | Hyundai

La Unión Europea pisa el acelerador

¿Por qué ahora? Europa se ha dado cuenta de que China y Estados Unidos llevan ventaja en esta batalla. Tesla ya ejecuta parte de su FSD en tráfico real, Waymo opera taxis autónomos en varias ciudades norteamericanas y los fabricantes chinos integran IA en cada nuevo modelo a un ritmo que aquí directamente no se puede seguir.

Bruselas no quiere quedarse atrás. Ha aprobado marcos legales más flexibles, ha dado luz verde a pruebas piloto en varios países y ha animado a las marcas europeas a acelerar desarrollos que durante años estuvieron congelados por miedo, por costes o por burocracia.

El resultado es un cambio de tono. Los fabricantes hablan ahora de “supervisores” en vez de conductores y plantean coches capaces de desplazarse solos en autovía, aparcar sin intervención humana e incluso enlazar rutas completas en ciudades con tráfico controlado.

La etiqueta roja, la nueva distinción de la Dirección General de Tráfico para vehículos autónomos
La etiqueta roja, la nueva distinción de la Dirección General de Tráfico para vehículos autónomos | DGT

La conducción tal y como la conocemos empieza a temblar

Aquí es donde vienen las preguntas incómodas. Si los coches empiezan a tomar decisiones por nosotros, ¿qué queda de la experiencia de conducir? Y más importante: ¿qué pasa con quienes disfrutan poniéndose al volante?

La respuesta no está cerrada, pero se intuye. Europa quiere que el coche autónomo se convierta en la norma en trayectos urbanos y en las grandes coronas metropolitanas. No por capricho, sino porque la IA puede reducir hasta un 90% los accidentes provocados por errores humanos, según dicen. También puede optimizar flujos de tráfico y hacer que cada coche necesite menos espacio y genere menos emisiones.

En otras palabras: la conducción dejará de ser la opción por defecto. Podrás conducir, sí, pero cada vez en menos sitios, en momentos concretos y con limitaciones que empezarán a escalar muy rápido.

 Hyundai Ioniq 5 autónomo
Hyundai Ioniq 5 autónomo | Hyundai

El usuario, atrapado entre la libertad y la eficiencia

Aquí está la tensión verdadera. El discurso oficial dice que la autonomía traerá seguridad, comodidad y sostenibilidad. Y no es mentira. Pero también es evidente que se pierde control. Europa ve el coche autónomo como una pieza clave para ciudades sin atascos y con menos coches privados, pero eso implica ceder parte del poder de decisión a algoritmos entrenados para priorizar eficiencia sobre emoción.

El ciudadano de a pie tendrá que acostumbrarse a dejar de conducir donde antes era natural hacerlo. La ciudad del futuro no está pensada para que cada uno vaya con su coche. Está pensada para que la IA decida cómo, cuándo y por dónde se mueve todo el mundo.

¿Y entonces? Queda bastante tiempo para que este modelo se haga mayoritario, pero la dirección ya está marcada. No será una prohibición explícita, será una transición silenciosa, colmada de incentivos, restricciones y cambios normativos que, sumados, empujarán a millones de personas a dejar de conducir sin que nadie tenga que decirlo en voz alta.

Europa no quiere acabar con el coche. Quiere acabar con que tú lo conduzcas.

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