Cuántas veces nos sentimos inseguros/as y con poca autoestima en nuestro trabajo, pensamos que no valemos del todo o que esto que hemos conseguido ha sido fruto del azar o simplemente porque estábamos en el momento justo y en lugar adecuado. Y no porque realmente nos lo mereciéramos. Probablemente tengamos algo de ese llamadosíndrome del impostor o síndrome de la impostora.

"Este término, que tan frecuentemente, desde hace algunos años, aparece ahora en nuestras conversaciones, surge por primera vez en 1978 de mano de la doctora en Psicología, Pauline Clance. Esta terapeuta sufría en su propia piel esta condición y se cuestionaba constantemente sus logros como insuficientes o poco válidos", explica a laSexta.com Paula Valero, psicóloga de Instituto Centta (Madrid).

Sin embargo, continúa Valero, "en un ejercicio de autoconocimiento, Clance decide estudiar el fenómeno con mayor profundidad y encuentra esta misma tendencia en la población general". Por ello, no es de extrañar que escuchemos a personas tan reconocidas en su profesión como Shakira, Michelle Obama, el actor Jaime Llorente o la cantante Amaia hayan manifestado en público que tienen algo de ese síndrome del impostor/a porque no se creen que lo que hacen sea de verdad tan bueno.

Pero sobre todo les ocurre a las mujeres. Y así lo refleja este artículo del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP): el síndrome del impostor/a "es un fenómeno por el que personas competentes se sienten incapaces de internalizar sus logros, se perciben como un fraude y no creen en su propia competencia. Es algo que se encuentra con frecuencia en mujeres de éxito en sus carreras profesionales".

Guarda también relación -expone el citado artículo del COP, con el denominado efecto 'Dunning-Kruger', esto es, un sesgo cognitivo descrito en 1999 por los psicólogos sociales David Dunning y Justin Kruger que muestra cómo los individuos altamente competentes tienden a subestimar su habilidad en relación con la de otros.

Es precisamente esa sensación de fraude o de no sentirse lo suficiente para estar dónde se está, lo mas característico o llamativo de este fenómeno. Y es que tal como detalla la psicóloga Valero, "el síndrome del impostor o impostora se basa fundamentalmente en el miedo a ser descubierto como un fraude".

Así, añade la experta, "las personas que lo sufren tienen la sensación de que sus éxitos son simplemente golpes de suerte y que poco tienen que ver con su esfuerzo, talento o su buen hacer. ¡Imagínate la sensación de impotencia!".

El 'perfil' del síndrome del impostor o impostora

Las personas que sufren este síndrome del impostor, "para coger el toro por los cuernos y tener más control sobre sí, tienden a hacer sobreesfuerzos que, en muchos casos, ponen en riesgo su salud física y mental con un único objetivo: llegar a ser suficiente", asegura Valero.

Sin duda, los perfiles pueden ser muy dispares, pero "hay un perfecto caldo de cultivo para que se presente este síndrome: perfiles altamente perfeccionistas y autoexigentes". No obstante, hay que decir que nadie nace siendo así sino que es el entorno, las vivencias y experiencias lo que va modelando la percepción que tenemos de nosotros mismos.

Hay perfiles muy dispares de personas con el síndrome del impostor, pero sin duda existe un perfecto caldo de cultivo para que se presente: perfiles altamente perfeccionistas y autoexigentes

Paula Valero, psicóloga

"En estos casos, la educación que han recibido con frecuencia, está centrada en la excelencia por encima de todo y han estado expuestos con asiduidad a comparaciones, tanto en positivo ('eres el más listo de la clase, qué orgulloso estoy de ti'), como en negativo ('ojalá fueses tan estudioso como tu hermana')", explica.

Lo que está claro es que como animales sociales que somos los seres humos, queremos complacer al resto y hacer que se lleven una imagen de nosotros como personas válidas. "Esto es, ser un miembro querido de la manada, es casi una cuestión de supervivencia", sostiene la psicóloga.

Y este afán (por complacer o por sentirse parte querida de un grupo) puede llevar, en ocasiones, "a un cuadro clínico más complejo, en los que esta necesidad por ser suficiente genere un nivel de sufrimiento que termine afectando a distintas áreas de la vida de la persona".

3 claves para superar el síndrome del impostor o impostora

1. ¿Qué cosas me hacen feliz realmente?

Una de las cosas más importante que según Valero debemos saber es "aceptar que estamos en este mundo para algo más que para acumular éxitos o para cumplir con la visión idealizada que creemos que las otras personas tienen de nosotros".

Por ello, es clave "hacer un ejercicio de introspección para evaluar cuáles son realmente nuestros valores, si estamos o no actuando acorde a ellos y pensar en las cosas que de verdad nos hacen feliz y si mi comportamiento en la actualidad se aleja o no de esas cosas que me hacen sentir bien", añade. Los éxitos no lo son todo.

2. Adaptar nuestras expectativas

También es importante "actualizar nuestras expectativas y adaptarlas a nuestra situación actual, a las limitaciones que en este momento tenemos y acomodarlas al resto de nuestra vida académica o laboral. Y no al revés", asegura Valero.

Porque "no tiene sentido descuidar nuestra salud física y poner en riesgo la salud mental. Así, es fundamental comprender que vivir una vida 'imperfecta' no es algo negativo sino que es algo real. Y aprender a convivir con ello no es incompatible con seguir realizándonos, ni mucho menos con ser feliz".

3. Pedir ayuda, si es necesario

Cuando las cosas se nos pongan del revés, cuando empecemos a sentir que no estamos bien y que no podemos con ello, es importante pedir ayuda profesional.

Porque realmente nos puede ayudar mucho a gestionar nuestras emociones y problemas. Como aconseja y finaliza Valero, "si te sientes identificado/a y esto ocupa demasiado espacio en tu vida, no dudes en pedir ayuda".