Los niños y los niñas también saben que hay una guerra en Ucrania. Son conscientes de que algo importante está pasando. Pero ¿cómo podemos los padres y las madres abordar este tema con nuestros hijos/as? Lo importante es no esconderles las cosas y adaptar el lenguaje según la edad de los y las pequeñas.

"Los niños captan perfectamente nuestro nerviosismo, agitación y las noticias y conversaciones de su alrededor. Por eso, antes que dejarles en la incertidumbre de una información deshilachada, que generará más ansiedad debido a la incertidumbre, es bueno contarles lo que ocurre con un lenguaje adaptado a su edad", explica a laSexta.com Laura Palomares, psicóloga y directora de Avance Psicólogos Madrid.

No debemos darles la espalda como adultos, porque especialmente los niños y niñas más mayores que tienen acceso a Internet y a las redes sociales pueden tener cierta incertidumbre sobre lo que está pasando y quién mejor que los padres o adultos de referencia -además de los maestros y profesores en sus colegios- para explicarles lo que sucede y resolver todas sus dudas.

Según aconseja Palomares, con los niños más pequeños podemos utilizar cuentos y metáforas, ayudándoles por ejemplo a narrar y expresar lo que sienten con dibujos. Por su parte, con los niños mayores, que tendrán seguramente más preguntas, "es bueno responderles sin alarmarles, en un tono tranquilizador, fomentando con ellos un espacio de reflexión ajustado a su edad. Debemos saber que es bueno que expresen sus dudas: "Expresar sus dudas y preocupaciones y atender esa necesidad desde la calma y la reflexión, será siempre tranquilizador para ellos".

Ante las preguntas que no sepamos qué responder, no pasa nada por aceptarlo y decir que no se sabe. Es imposible que lo sepamos todo, por muy adultos que seamos. Por ello, "lo mejor es ser sinceros, y expresar nuestro desconocimiento o duda a su pregunta, pero aprovecharlo como una oportunidad de reflexión", explica.

Que los niños sientan que pueden expresar sus dudas

Son muchos los acontecimientos históricos que estamos viviendo en apenas dos años: una pandemia, la explosión del volcán de la Palma y ahora la guerra en Ucrania.

"Qué duda cabe que esto genera a nivel psicológico una hipervigilancia y estado de alerta en los pequeños que es importante atender, generando espacios próximos seguros, un vínculo con padres y cuidadores seguro, previsible y sin ambivalencias. La actitud de los padres ante el estrés de los acontecimientos es vital para reducir los síntomas del estrés postraumático", explica Palomares.

Más importante aún si cabe cuando somos niños: "El número de eventos adversos o traumáticos vividos en la infancia aumentan la posibilidad de que se muestren síntomas de estrés postraumático. Pero cuando ante esos acontecimientos, el niño siente el afecto y el vínculo seguro con sus figuras de apego, sabemos que en su cerebro, las zonas relacionadas con la alerta-huida, no se activarán tan intensamente, y esto le protegerá del trauma".

De ahí la importancia de la comunicación entre familia e hijos, aunque los asuntos no sean del todo agradables. Pero no podemos ni mentirles ni inventar para ellos otra realidad. Ante cualquier suceso impactante, como es ahora la guerra en Ucrania, debemos abordar con nuestros hijos estos temas.

"Y es bueno que se haga, siempre que se aborde el tema con un lenguaje adaptado a la edad de los niños y que no les abrume, tanto por la cantidad de la información como por el contenido. A veces es bueno no contarlo todo, pero tampoco ocultar", aconseja esta profesional.

Es recomendable abordar este tipo de temas siempre con un lenguaje adaptado a la edad de los niños y que no les abrume, tanto por la cantidad de la información como por el contenido. A veces es bueno no contarlo todo, pero tampoco ocultar

Laura Palomares, psicóloga

Así -añade- es importante y recomendable hablarles "en un tono calmado, generando un espacio de diálogo y conversación en el que se puedan expresar sus emociones, sus dudas o sus miedos, y todo aquello que les preocupa. Un hecho convertido en tabú a base de silenciarlo, se convierte en el monstruo que hay escondido en la habitación en la que nunca se enciende la luz, y el niño crece con miedo".

Como decíamos al principio, los niños no están ajenos a la realidad y si ellos notan que sus padres/madres o cuidadores evitan hablar de esos temas o no les dejan expresarse sobre lo que les preocupa, "sentirán que sus principales figuras de apego y protección están más asustadas que ellos. Y esto puede influir en que encuentren dificultad a la hora de gestionar y superar, en general, los obstáculos en su vida, serán más propensos a la ansiedad y aprenderán a evitar la emoción, lo que puede también hacerles más vulnerables a la depresión", concluye Palomares.