Con el estreno de la serie de atresplayer'Las noches de Tefía' culmina un proyecto de más de tres años que surge en la cabeza del dramaturgo Miguel del Arco. El creador ha explicado en la presentación que todo comenzó cuando él todavía estaba en el teatro kamikaze y fue a verle Sonia Martínez, de Buendía Estudios. "Me preguntó si estaba trabajando en alguna idea y le conté una línea pensando que no le interesaría". Contra su pronóstico, a Sonia la idea le gustó y mucho y así comenzó lo que Del Arco define como una "historia de complicidades" a la que se unió atresplayer como colaborador imprescindible. El creador destaca el papel de la plataforma en varios sentidos. En primer lugar porque "hay que apostar en un país donde todavía estamos con la Memoria Histórica a vueltas y todo se coge con pinzas y todo tiene una corrección política que es vomitiva". Y añade que es importante "por contar un momento histórico, no solo la historia de los campos de concentración, cuya existencia se desconoce profundamente pese a que hubo muchos no solo durante la guerra civil sino durante la dictadura". En segundo lugar, porque ha podido "contar la historia que quería contar y como quería hacerlo sin líneas editoriales, ni líneas rojas". Como anécdota, Del Arco cuenta que desde que escribió el primer capítulo con cada entrega pensaba que sería la última y que no le encargarían más. "Estamos en un momento político en el que hay que reflexionar y hacía falta valentía por parte de la plataforma", añade.

Esas complicidades crecieron con el elenco ya que como explica Del Arco "era necesario que los actores se pusieran al servicio de una historia dura a nivel emocional por lo que cuenta, pero también por cómo lo estábamos contando". El creador explica que ha sido un "viaje fabuloso" y también exigente "desde estas dietas brutales que todos tuvieron que hacer, la exigencia física y un mes de ensayos muy bestias que se cumplieron". Toda esta historia de complicidades ha ido creciendo con el magnífico coreógrafo Antonio Ruz, la composición musical de Arnau Vila, etc. El dramaturgo destaca que "con tanta producción audiovisual no es fácil que un equipo esté absolutamente concernido con la historia" como ha sido el caso. "Todo el mundo quería contar la historia y estar para contar la historia a lo largo de todo el rodaje e incluso después, en la postproducción".

"Hemos disfrutado mucho todo el camino", afirma el creador aunque reconoce que es una serie muy dura y compleja, también formalmente: "Al mismo tiempo nos lo hemos pasado en grande. Nos habríamos quedado a vivir un poco más en Tindaya e incluso en Tefía porque alrededor del rodaje todo era fiesta". Del Arco ha comentado la "complejidad de contar una historia de esta dureza relacionándola con las tres fases de la historia, el campo de concentración en el 62, el año 2004 donde todos estos barros producen una cantidad de lodos absolutamente insufribles y ahí seguimos peleando con esto". Rómulo Aguillaume acompaña a Miguel del Arco en la dirección y explica que cuando le llegó el proyecto le sorprendió que se fuera a hablar de campos de concentración: "Soy nieto de un preso de un campo de concentración de Albatera en Alicante y me he pasado toda la vida defendiendo que era una realidad, que eso había ocurrido y hay gente que lo niega y gente que lo desconoce".

Para él "esta serie de lo que trata es de que tenemos que estar de acuerdo en defender unos mínimos que son los derechos humanos y que son los valores democráticos y parece que ahora mismo está costando". Por ese motivo, Aguillaume destaca "la valentía de atresplayer y Buendía Estudios por desarrollar esta historia y hacerlo ahora mismo que es un momento complicado".