Carlos Climent, quien fue juez del caso Nuria Pera en 1991, habla del "delito especialmente violento" que cometió Antonio Anglés en 1991. En ese sentido, afirma que "la víctima hizo unas declaraciones durante la fase de instrucción en las que explica con bastante precisión cómo fueron las agresiones que sufrió.

"La cogió del cuello con una mano, estando a punto de ahogarla, por lo que la declarante se hizo sus necesidades encima, debido al pánico que tenía. Empezó a pegarle puñetazos en la cabeza, en la cara y en todo el cuerpo, al mismo tiempo que la amenazaba con un cuchillo, haciendo como que se lo iba a clavar", indica el juez, quien añade que "cuando la declarante tenía la cara llena de sangre, Antonio la obligaba a ir a lavársela para después volverle a pegar".

Después, "la amenazó con tirarla a un pozo, tirando incluso cosas al interior para oír lo profundo que estaba". "Sacó una cadena muy grande con dos candados, atándola a un pie y al otro extremo al pilar que forma el hueco de la puerta y la ventana de la misma habitación", relata Climent, quien recuerda que "antes de marcharse Antonio, llevó a la habitación un perro dóberman y lo dejó allí suelto, diciéndole a la declarante que rezara porque los dóberman huelen la sangre, por lo que ella se tapó todo el cuerpo con las mantas, presa del pánico, y en esta posición notaba cómo el perro se paseaba por encima de la cama y de la declarante mientras la olía".