Tras salir del infierno de su matrimonio con Ángel Cristo, Bárbara Rey recupera en 1989 la custodia de sus hijos y regresa a la vivienda de La Moraleja que había compartido con su ya ex marido y qué él destrozó antes de tener que abandonarla. La actriz cuenta en el último capítulo de 'Una vida Bárbara' las dificultades para recuperar su vida y la razón por la que retomó su relación clandestina con el rey.

'Los años bárbaros', el cuarto y último episodio de 'Una vida Bárbara', se remonta a 1989 para mostrar a Bárbara Rey feliz después de haber recuperado la custodia de sus hijos Sofía y Ángel. Con ellos regresa al hogar familiar, en el que hasta ese momento había vivido su exmarido y descubre que no sólo no le había dejado nada, si no que estaba todo sucio y con excrementos de los perros que tenían en la finca de La Moraleja. "Solamente dejó mi cama de soltera porque 'no quería la cama de una puta' y menos mal porque pude dormir en ella con mis hijos", asegura la actriz.

Para sobrevivir en esos primeros años cuenta que compró un hornillo para poder cocinar y que intentó limpiar y arreglar todos los desperfectos hasta que vendió la casa con todo lo que había porque "no quería nada" de su vida con su exmarido. Fueron momentos difíciles para la actriz porque como cuenta José Manuel Parada ella "lo dejó todo cuando estaba en lo más alto de su carrera y retomarla no fue fácil".

Después de comenzar una nueva vida en una casa más pequeña en Boadilla del Monte, la artista retoma también la relación con don Juan Carlos. "Me llamaba y hablábamos y cuando me quedé sola, con mis hijos, una separación y creí que él habría cambiado y que me ayudaría y por eso volví".

Para ella, la relación con el rey había sido muy importante y así lo confirma también su amiga Chelo García Cortés: "Creo que Bárbara vuelve con él porque le ha querido mucho y porque él era un auténtico seductor y, además, te produce morbo volver con el rey... Era un amor imposible, hoy a lo mejor no sería imposible".