Un miembro del equipo de ¿Te lo vas a comer? se pone en contacto con el autor del mail que Alberto Chicote recibió hace unos días, cuando anunció que buscaba personal para su nuevo restaurante. Lejos de postularse para el puesto, quien escribía el correo, firmado como 'MilReseñas', le ofreció comprar reseñas positivas de 5 estrellas en Google.

No tardaron en contestar a la petición de la redactora e incluso llegaron a quedar en persona para verse y negociar. Alberto Chicote se presenta al encuentro, en una discreta terraza de un restaurante, para ver cara a cara a quien le ofrece estos 'servicios'. El chef sigue con la farsa... durante unos minutos.

"Si yo te pongo 20 reseñas al mes o así, pues me quitan una o dos de vez en cuando". Ese es el único riesgo que asegura que corre el cocinero si accede a contratar este servicio, recordemos, ilegal. Para que los textos sean verosímiles, le pide que le envíe detalles, como nombres de camareros o textos redactados por él. "Lo demás lo pongo yo, sin problema".

Su 'modus operandi' consiste en engañar a Google para que le geolocalice en el restaurante y tener varias cuentas. "También tenemos grupos, hacemos intercambios. Tengo mujeres, hombres, todos son de España". Todo, a 6 euros la reseña.

Chicote sigue con la pantomima. "Lo que más me preocupa es la discreción. No me puedo permitir el lujo de que de pronto llegue 'Perico el de los palotes' a decir, 'yo estoy escribiéndole reseñas falsas a Alberto Chicote'". El 'vendedor' lamenta que ahora Google "lo está poniendo más jodido" que antes. Pero eso sí, afirma que no se trata de nada ilegal. "No nos van a meter en la cárcel". Él lleva tres años "en esto". "No te voy a dar ni factura".

Es en este momento en el que Chicote se quita la careta. "¿Sabe lo que pasa? Yo ahora estoy en plena grabación de un programa acerca de las reseñas falsas en internet y bueno, yo no tengo ninguna intención de contratarte nada, porque es ilegal. A mí no se me ocurriría nunca hacer algo así. Porque estás cometiendo una ilegalidad". La última parte tiene que decirla prácticamente gritando, porque el señor se levanta de la silla y se marcha a toda prisa.