El joven subsahariano emprendió la aventura desde Níger porque es huérfano de padre y de madre, no tenía sustento y no trabajaba. “Era un desastre y preferí irme”, le explica a Jordi Évole.

No se imaginaba acabar viviendo como está viviendo ahí. “Si hubiera sabido que me esperaba esta vida, no me hubiera planteado venir”, asegura. El joven se ha planteado alguna vez regresar a su país  y olvidarse de llegar a Europa, pero “los medios no me lo permiten”.

Todavía no ha intentado saltar la valla de Melilla y no entiende que haya una valla que separa África de Europa. “Durante la colonización, los africanos eran llevados a la fuerza a Europa. Hoy en día, nos ponen vallas, nos disparan y nos rompen las manos para impedirnos entrar”, explica.