Horas después de perder a sus hijos hay una bronca familiar. El cuñado de Bretón le da una colleja, le grita desesperado dónde están los niños. Su amigo, Guardia Civil, también le increpa nervioso. Los policías rescatan a Bretón de esta bronca. Quieren ganarse su confianza, y lo consiguen.

10 de octubre de 2011. La policía examina las Quemadillas, y Bretón está presente. No está preocupado ni angustiado por la desaparición de sus hijos. Comienza a hablarle a su policía sombra sobre Ruth, la madre de sus hijos. Dice que la separación le pilló por sorpresa, y no le importa si está sufriendo por los niños.

Esa misma noche, se une a la cena de los policías. Según cuentan los agentes está animado y chistoso. Hace 24 horas que han desaparecido sus hijos. Para sorpresa de los policías presentes, incluso tiene ganas de fiesta.

Ya se cree amigo de los policías, tanto que les cuenta su noche en el puticlub PK2 con todo detalle. Les habla de Bosnia, de su mujer, a la que insulta y degrada en varias ocasiones. Les cuenta cosas de su familia, de cuando intentó suicidarse, de su mala suerte con las mujeres... pero nunca habla de los niños.

Cuando le preguntan por ellos o sacan el tema se levanta el muro. Bretón se mantiene en su versión. Pero atención a la conversación que tuvo con su policía sombra. "Sombra: ¿Qué te parece si cuando juegue España, vemos el partido y merendamos, y luego me dices dónde están los niños y cómo los mataste? Después nos vamos de putas. J. Bretón: "No me parece mal plan".

Según avanzaban las horas parecía que iba a derrumbarse, que iba a confesar. "En ese momento se hechó a llorar, abrazó al policía sombra y dijo ¿qué hago?". Pero Bretón sólo quería ganar tiempo para pensar. Minutos más tarde se rearma y vuelve a su versión de padre desesperado.