Las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania van a sentirse también este fin de semana en el escenario de Eurovisión. Ya en 2014, tras la anexión de la península de Crimea por parte de Moscú, las representantes rusas en el festival recibieron un sonado abucheo, tal y como puedes recordar en el vídeo que ilustra estas líneas.

Una pitada que, según explica José María Rivero en laSexta Clave, fue doble, puesto que se produjo, además, después de que Vladímir Putin aprobara leyes discriminatorias hacia los homosexuales. Los fans de Eurovisión hicieron notar su rechazo a esas normas en aquella edición del concurso que ganó precisamente un icono LGTBI: Conchita Wurst.

Este año, sin embargo, Rusia ha sido expulsada del festival. Una decisión que puede parecer políticamente irrelevante, pero que es sustancial en lo social, según el Alto Representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell.

Además del mencionado 'doble abucheo', en Eurovisión han participado canciones con mensajes directamente contra el presidente ruso: después de que Putin apoyara la separación de una región de Georgia, este país envió al festival la canción 'We Don't Wanna Put In'. Más allá del estricto sentido literal, la frase podía entenderse como "no queremos a Putin" y, aunque el festival les pidió cambiarla, Georgia se negó y finalmente no participó.

Ucrania también lanzó una indirecta al país vecino en un momento en que el país se estaba desligando de Rusia y acercando a Europa: envió una canción, 'Dancing Lasha Tumbai', cuyo estribillo, para algunos, repetido aceleradamente y con cierta pronunciación, podía entenderse como 'Russia Goodbye'. Escuchando el vídeo puedes formarte tu propia opinión al respecto.

También el conflicto histórico entre Turquía y Armenia ha tenido su reflejo en Eurovisión: el reconocimiento del genocidio armenio -cuando decenas de miles de armenios fueron asesinados por los turcos en el primer tercio del siglo XX- sigue enfrentando a ambos países y Armenia ha enviado hasta en dos ocasiones a Eurovisión canciones recordándolo.

En el caso de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko ha llegado a utilizar el festival para arremeter contra su propia oposición enviando una canción que metafóricamente se metía con los que querían más libertad. El festival pidió modificarla y Minsk lo hizo, cambiándola por una fábula que hablaba de zorras, conejos y pollos, donde la 'zorra' claramente eran Europa y quienes reclamaban más libertades. Eurovisión no lo permitió y Bielorrusia no participó.