15.000 millones de dólares. Es lo que han costado los Juegos Olímpicos de Tokio inaugurados este viernes, unos de los más caros de la historia, a pesar de que su presupuesto inicial era la mitad. Pero, ¿sale rentable organizar unos Juegos Olímpicos?

La respuesta, según explica el periodista Joaquín Castellón en laSexta Clave es 'depende'. Lo habitual es que no lo sea, con alguna excepción, como la de los Juegos de Barcelona de 1992: costó organizarlos 6.700 millones de euros, pero su impacto económico fue tres veces más, de 18.699 millones. Gracias a aquella cita deportiva se dinamizó el turismo, se remodeló la ciudad y los expertos dicen que fue un éxito precisamente por este motivo.

También resultaron rentables los Juegos de Los Ángeles de 1984, en los que apenas hubo inversión en infraestructuras, ya que se reutilizaron instalaciones de hasta 60 años de antigüedad. Otro ejemplo de rentabilidad fue Londres en 2012: en aquella ocasión se invirtieron 11.400 millones y lograron sacar hasta 15.000 millones. Sin embargo, los analistas dicen que no ha dejado demasiado 'poso' económico en la ciudad.

En la otra cara de la moneda, lo habitual es que se pierda dinero al organizar unos Juegos Olímpicos. Uno de los casos más extremos es el de Montreal, que acogió los Juegos en 1976 y terminó de pagar todo en 2006, 30 años después. Al estadio olímpico, casi en desuso, lo llaman 'la gran deuda' de la ciudad.

Otro ejemplo es el de Atenas, donde se celebraron en 2004 y cuyas instalaciones deportivas hoy están prácticamente en ruinas. Falló la organización, hubo corrupción y se gastaron 16.000 millones de dólares. De hecho, se culpa a esos Juegos de acabar de hundir la economía del país heleno, puesto que entre 2002 y 2004 su deuda sufrió un ascenso meteórico.

¿Cómo se mide realmente la rentabilidad de unos Juegos Olímpicos? Lo cierto es que económicamente no son rentables casi nunca, pero pueden aportar otra cosa. Es el caso de los Juegos de Pekín, en 2008, que costaron muchísimo dinero pero China supo usar el evento como instrumento político y propagandístico. La contabilidad no oficial sitúa el gasto en 40.000 millones.

Así, hay diferentes baremos para valorar la rentabilidad. En primer lugar, hay que tener en cuenta el coste de la candidatura, que puede ser de hasta 100 millones. A esto hay que sumar los gastos de organización durante la preparación y las inversiones directas en equipamientos en los siete años desde que se anuncia la sede hasta que se celebran los Juegos.

Durante la celebración de los mismos se tiene en cuenta el impacto macroeconómico -el dinero que van a traer los patrocinios y la publicidad- y el gasto social. Tras los Juegos, se debe valorar la utilidad de las infraestructuras construidas y el empleo generado. Si el saldo de todo esto es positivo, puede considerarse que los Juegos son rentables, algo que ha ocurrido muy pocas veces.

Sin embargo, hay quien gana siempre con el montaje de unos Juegos: las empresas privadas como constructoras, agencias de publicidad y cadenas de televisión. Hasta 1.250 millones se prevé que gane la 'NBC' con los Juegos, un 30% de los cuales posiblemente sean beneficios.

De cara al futuro, se buscará que los Juegos Olímpicos sean más sostenibles, premiando el que se aprovechen infraestructuras ya existentes o que se pueda compartir sede olímpica entre diferentes ciudades o países.