Héroes sin uniforme
Sigue vivo el 'comboi' de la solidaridad un año después: la historia de un pueblo que se unió cuando se ahogaba
Los detalles El agua lo arrasó todo, pero no pudo con ellos. En Albal, Valencia y muchos pueblos, los vecinos salieron a rescatar, limpiar y ayudar: rompieron puertas, subieron ancianos, cruzaron el "puente de la solidaridad". Un año después, sus historias recuerdan que la unión salva.

"No hubo un vacío de información. Eso del apagón informativo no existió. Los técnicos nunca quitaron hierro a la situación. Si desde primera hora se estaba escribiendo que era muy grave, lo incomprensible es que se tardara más de tres horas en tomar decisiones". Son las palabras son de José Ángel Núñez, jefe de Climatología de la AEMET en la Comunitat Valenciana. Las pronuncia un año después. Doce meses desde aquella DANA que lo cambió todo.
Aquel 29 de octubre, la Comunitat Valenciana vivió una noche imposible de olvidar. Lluvias torrenciales, calles convertidas en ríos, coches flotando, casas tragadas por el agua… y 229 personas que nunca volvieron a casa.
Pero entre tanta oscuridad, surgió una luz. Una fuerza colectiva que unió a desconocidos, vecinos, amigos y extraños. Nació el 'comboi' de la solidaridad.
Avisos que algunos sí escucharon
Porque no todos fallaron aquel día. Hubo quienes creyeron en los avisos: los meteorólogos de À Punt, algunos ayuntamientos, la Diputación de Valencia, Medio Ambiente… incluso la Embajada de Japón.
Ellos reaccionaron a tiempo. Pero después, cuando el agua se desató sin control, ya no bastaban los protocolos. Entonces llegó lo más importante: la reacción humana.
Vecinos que se convirtieron en héroes
Eran las 21:20 de la noche. El agua corría con fuerza por las calles, arrastrando coches, muebles, vidas. Y mientras las sirenas no dejaban de sonar, fueron los propios vecinos quienes se lanzaron a rescatar a otros.
En la calle San Eusebio de Albal (Valencia), un grito rompió el ruido del agua. Lucía, desde su ventana, vio a Luis siendo arrastrado por la corriente. Y sin pensarlo, gritó pidiendo ayuda. En segundos, se encendieron linternas, se abrió una puerta, alguien tiró una cuerda desde el primer piso. María y Salva tiraron con todas sus fuerzas. Entre todos, consiguieron subirlo. Le salvaron la vida.
Cuando el coraje se impuso al miedo
Las imágenes de las residencias de mayores fueron durísimas. El agua subía sin parar, y las trabajadoras, una tras otra, iban cargando con los ancianos, subiéndolos a la segunda planta. Sin gritos. Sin tiempo. Solo con valor.
Y está también José. Intentando tapar con tablas y toallas la puerta de su casa para que el agua no entrara. No lo consiguió. Pero sí logró sacar a su madre, llevarla a un lugar seguro y quedarse fuera, empapado, pero tranquilo: ella estaba a salvo.
El puente que ya es símbolo
Y después vino el día siguiente. El silencio. El barro. El olor a humedad y miedo. Y, poco a poco, la marea de ayuda.
Miles de personas cruzando el mismo puente, cargadas con cubos, escobas, fregonas, comida. Vecinos ayudando a vecinos. Ese puente hoy tiene otro nombre: "El puente de la solidaridad". Y su imagen, con miles de personas caminando unidas, se ha convertido en símbolo de lo que somos capaces de hacer juntos.
Doce meses después, el dolor sigue ahí. Las heridas materiales se reparan. Las otras, las del alma, tardarán más. Pero hay algo que nadie podrá borrar: el recuerdo de un pueblo que se unió. Porque cuando el agua lo arrasó todo, el 'comboi' de la solidaridad lo llenó de vida.
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