Un año después
Abrazos, lágrimas y gratitud: así se reencuentran los héroes y las víctimas de la DANA en la Comunitat Valenciana
Los detalles Tras la DANA que se llevó 229 vidas, los héroes y los rescatados se reencuentran: María Rosario abraza al agente que la sacó de su casa, vecinos saludan a los tractoristas que los llevaron a salvo, y Óscar recuerda a quienes rescató bajo el puente.

Resumen IA supervisado
La DANA dejó un devastador panorama en la Comunitat Valenciana, con 229 víctimas y numerosos daños materiales. Sin embargo, la cifra de fallecidos pudo ser mayor de no ser por la valentía de personas que, sin dudarlo, arriesgaron sus vidas para salvar a otros. Entre ellos, el cabo Fran rescató a una vecina en Utiel, mientras que María Rosario fue salvada por un agente de la Guardia Civil. Agricultores con tractores y miembros de la UME, como Óscar Chulvi, también se sumaron a los rescates. La noche fue testigo de una cadena de solidaridad y heroísmo que evitó una tragedia aún mayor.
* Resumen supervisado por periodistas.
La DANA dejó tras de sí un paisaje de destrucción en la Comunitat Valenciana. Casas anegadas, carreteras borradas del mapa, familias enteras que lo perdieron todo. Y 229 personas que no sobrevivieron.
Podrían haber sido muchas más. Pero no lo fueron gracias a quienes, sin pensárselo, salieron a la calle cuando el agua lo arrasaba todo. Los que, sin esperar órdenes ni pedir nada a cambio, se jugaron la vida por los demás.
El cabo Fran, el sargento del Río, Óscar, los tractoristas que acudieron sin dudar, los electricistas que no se movieron de su puesto. Todos ellos forman parte de una cadena de rescates y de solidaridad que salvó cientos de vidas aquella noche. Una historia de coraje y humanidad que, meses después, sigue emocionando a quienes la vivieron.
"Si te vas, me voy detrás"
Utiel fue uno de los pueblos más golpeados. Allí, el agua entraba por las calles como un torrente imposible de contener. En medio de ese caos, una vecina trataba de ponerse a salvo cuando la arrastró la corriente. Fue entonces cuando apareció el cabo Fran, que no dudó un segundo en lanzarse a por ella.
"Toda la vida estaré agradecida a la Guardia Civil", dice hoy, con la voz quebrada. El agua los empujaba, la fuerza del torrente era incontrolable. Ella quiso rendirse. Pero él le gritó: "Si te vas, me voy detrás". Y aguantaron. Los dos. Hoy, cuando se reencuentran, se abrazan y solo pueden decir: "Estamos aquí para contarlo".
Esa misma mezcla de miedo, angustia y valentía se repite en cientos de historias. Como la de María Rosario, que ya había perdido la esperanza cuando una agente de la Guardia Civil irrumpió en su casa para sacarla de allí. "Pensé que no salía viva", recuerda.
Porque en aquella noche interminable, el trabajo en equipo y el instinto de ayudar fueron lo único que mantuvo a flote a pueblos enteros.
Los héroes del tractor
Mientras los cuerpos de emergencia trataban de llegar a todos los avisos, hubo otros que se sumaron a la misión. Agricultores, vecinos, gente corriente. Un grupo de tractoristas respondió a la llamada desesperada de la Guardia Civil.
"No podían pasar con los coches, así que nos pedían que fuéramos nosotros", cuenta uno de ellos. Sus tractores se convirtieron en vehículos de rescate. Entre el barro, la lluvia y la oscuridad, sacaron a decenas de personas de sus casas. Sin chalecos, sin entrenamiento, solo con coraje y solidaridad.
Un rescate colgado de una grúa
Tampoco se olvidan los rescates más extremos. Óscar Chulvi, militar de la UME, recuerda cómo logró sacar a dos vecinos atrapados bajo un puente, con la ayuda de una grúa y de varios electricistas.
"Conseguí llegar hasta ellos, asegurar el rescate y subirlos arriba del puente. Fue cuestión de segundos", explica. Segundos que marcaron la diferencia entre la vida y la muerte.
Cuando el rescatador fue el rescatado
El sargento del Río salvó a decenas de personas esa noche. Pero él mismo estuvo a punto de no contarlo. "Me quedé agarrado al quitamiedos y dije: 'Hasta aquí hemos llegado'. Pero salió el cabo Rivas, me echó una cuerda y me metió para dentro. Me salvó la vida", recuerda.
Aquella noche no hubo héroes individuales: hubo una cadena humana de héroes anónimos. De vecinos, agentes, militares y voluntarios que se convirtieron en rescatadores, aunque también en rescatados.
Hoy, los reencuentros entre todos ellos están llenos de lágrimas, abrazos y palabras que sobran. Porque en cada gesto, en cada mirada, se esconde el mismo pensamiento: "Podríamos no estar aquí".
Y por eso, por todos los que arriesgaron su vida sin pensarlo, por los que se tendieron la mano en mitad del desastre, por los que evitaron que aquella cifra —229 víctimas— fuera aún más larga, va este aplauso.
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