El final de una era pontificia

Roma blinda el corazón del Vaticano para despedir al papa Francisco en una ceremonia histórica

Los detalles
Con 50 jefes de Estrado, casas reales y 200.000 fieles, el funeral será una cumbre global de poder y fe, marcada por la austeridad que Francisco dejó escrita y una seguridad sin precedentes.

Roma blinda el corazón del Vaticano para despedir al papa Francisco en una ceremonia histórica

Roma se prepara para vivir dentro de unas horas una ceremonia que pasará a la historia: el funeral del papa Francisco. Será, como él mismo dejó escrito, un acto más austero que el de sus predecesores. Pero austero dentro de lo que puede ser la despedida de un pontífice que marcó una era. Porque, en la práctica, será también una cumbre internacional sin precedentes y, por tanto, un reto monumental en términos de seguridad.

La plaza de San Pedro ya sellada. Los accesos restringidos y bajo vigilancia. Y un operativo sin precedentes que desplegará más de 4.000 agentes entre policía vaticana, carabinieri y cuerpos internacionales de cooperación.

Solo el perímetro de la ceremonia contará con francotiradores, escuadrones caninos, equipos antiexplosivos, cobertura aérea con Eurofighter y vigilancia marítima. El Vaticano ha diseñado cada milímetro del protocolo, conscientes del alcance mundial de la despedida.

Porque no es solo un adiós religioso. Es también una concentración de poder global. Asistirán 50 jefes de Estado, diez casas reales, más de 150 delegaciones internacionales y 200.000 fieles. Una radiografía perfecta de cómo el liderazgo de Francisco tocó todas las capas del mundo: desde los más poderosos hasta los más olvidados.

En la escalinata, el protocolo marca distancias y jerarquías. En primera fila, como dicta la lógica vaticana, Argentina e Italia: Meloni y Milei, país anfitrión y tierra natal. La segunda fila está reservada a las casas reales, entre ellas los reyes Felipe y Letizia.

Les seguirán los jefes de Estado —con figuras tan dispares como Donald Trump, Emmanuel Macron o Volodímir Zelenski—, luego los primeros ministros y, por último, las delegaciones generales. En esa última línea, el Gobierno español, representado por Bolaños, Díaz, Montero y también Alberto Núñez Feijóo.

El lenguaje diplomático sigue siendo el francés: así se ha ordenado cada asiento, cada distancia, cada plano. Y cada movimiento cuenta. Trump tenía la intención de visitar al papa antes del funeral. El Vaticano ha dicho que no. También buscaba reunirse con líderes internacionales: Macron ha declinado; Meloni ha dicho sí.

Una vez finalizado el rito litúrgico, comenzará el cortejo fúnebre. Seis kilómetros separan la plaza de San Pedro de la Basílica de Santa María La Mayor. El traslado será a pie, a paso lento, por la Vía Papalis, la misma que los papas recorrían tras su nombramiento. Atravesará el corazón de Roma, dejando atrás imágenes de postal como el Coliseo o el Foro Romano.

Y allí, en la escalinata de la basílica, no habrá coronas ni medallas. Habrá rostros. Cuarenta personasentre ellas transexuales, migrantes, pobres y personas sin hogar— esperarán al féretro. Francisco quiso que fueran ellos, los últimos, quienes cerraran el círculo. Como vivió, así se despide: haciendo espacio a los que nunca lo tuvieron.

Y de todo esto seremos testigos, en directo, aquí en laSexta.