El 25 de abril se cumplen 25 años del desastre ecológico de Aznalcóllar que ocurrió muy cerca de Doñana. Fue en 1998, en la provincia de Sevilla. Una de las mayores catástrofes medioambientales de toda Europa. 1.000 veces más contaminante, por ejemplo, que el petrolero 'Prestige' frente a las costas de Galicia. Más de seis millones de metros cúbicos de lodo y aguas ácidas desparramadas apenas a unas decenas de kilómetros del Parque Nacional de Doñana.

Todo ese agua llena de metales contaminantes estaba contenida en una balsa de una de las minas de la zona. Eran residuos de la extracción. Cedió una de las paredes y se abrió una grieta de 50 metros. Por ahí salió un río de 62 kilómetros de largo y 400 metros de ancho. Los campos, los ríos de la zona, las aves, las peces, todo se vio afectado. Se recogieron 30 toneladas de animales muertos y siete millones cúbicos de lodo tóxico.

Un drama que pudo ser mayor, que podría haber tenido terribles consecuencias de haber llegado a Doñana. Pero se evitó. Se hizo todo lo posible para conseguirlo y se logró. El presidente de la Junta de Andalucía aquellos años, Manuel Chaves, se mostraba optimista de que todo se recuperaría.

Salvado Doñana y detenida esa marea negra, comenzó lo más difícil: la limpieza y la regeneración. Con la perspectiva que dan los años, se puede decir que no fue tan mal como se llegó a temer. La mayor parte ha desaparecido. Limpiar las más de 4.600 hectáreas perjudicadas costó a las administraciones públicas 133 millones de euros, al Estado 43 millones y a la Junta de Andalucía, 89.

25 años después, ninguna de las dos ha recibido nada de la empresa minera responsable del desastre. Tanto la Junta como el Estado litigan aún contra Boliden en los tribunales. El desastre de Aznalcóllar tal vez pudo evitarse. Una información de Canal Sur advertía en 1996 del riesgo de catástrofe. Pero nadie hizo nada.

La desgracia ecológica sirvió, al menos, para acabar con la impunidad del que contamina. Seis años después de Aznalcóllar, Europa aprobó una directiva con una idea muy clara: el que contamina, paga.