Un país en vilo

¿Qué hacía España mientras Franco agonizaba en La Paz? Compraba pan, escuchaba canciones en la radio y hablaba de fútbol

Los detalles Entre el pan caliente, los puestos de postales, los puestos de garrapiñadas y la vida cotidiana, España vivía un día extraño, lleno de curiosidad, pequeñas emociones y el murmullo de que algo enorme estaba a punto de cambiar, sin saber todavía cómo ni cuándo ocurriría.

¿Qué hacía España mientras Franco agonizaba en La Paz? Compraba pan, escuchaba canciones en la radio y hablaba de fútbol

Hace 50 años, España despertaba en un día que olía a historia y a pan recién hecho. Francisco Franco agonizaba en el hospital de La Paz, y [[LINK:INTERNO|||Article|||691b778fd3b5e40007a3cb35|||cada parte médico era recibido como un parte de guerra…]] aunque muchos españoles seguían pensando en cosas mucho más mundanas.

Alrededor del Palacio del Pardo, el espectáculo era digno de fotografía: un restaurante pegado al Pardo compraba más pan de lo habitual. La regla era sencilla: si Franco estaba peor, había que alimentar a periodistas y curiosos; si mejoraba, subían las ventas y el pan desaparecía de los mostradores. Los puestos callejeros estaban repletos de garrapiñadas, nubes de algodón, postales y biografías del dictador, y la gente gastaba su dinero mientras la historia se escribía a pocos metros. Cada subida o bajada en la salud del dictador tenía un efecto inmediato: un mercado de incertidumbre con olor a azúcar y pan caliente.

Pero España era mucho más que Franco. Ese 19 de noviembre, mientras los ojos del país estaban en La Paz, los ciudadanos discutían sobre alquileres: quién se beneficiaría de la moderación y quién no. La ley de basuras también ocupaba titulares: cómo reciclar, cómo aprovechar residuos y cómo limpiar la ciudad eran temas de debate en casas y cafés. Y, como si fuera poco, el norte del país estaba azotado por un temporal que había dejado ocho muertos en el País Vasco. Entre tanto, los españoles seguían comentando el eclipse solar reciente, un fenómeno que había captado la imaginación de muchos.

En fútbol, la pasión seguía intacta. El Real Madrid avanzaba en la Copa de Europa, el Barcelona en la Copa de la UEFA, enfrentándose finalmente a un equipo húngaro y otro alemán, con resultados positivos para ambos hasta las semifinales. Las calles respiraban goles y alineaciones mientras las radios mezclaban noticias serias con curiosidades.

Y la cultura no se detenía. En las emisoras sonaba Mocedades con 'Secretaria', junto a Eagles, José Luis Perales y Rosa León con 'Al Alba'. En los cines, dos películas dominaban la cartelera: 'Furtivos', una crítica sutil al franquismo, y 'El libro de buen amor', con un toque de erotismo; ambas habían superado los dos millones de espectadores, prueba de que la gente buscaba escapar, aunque fuera por unas horas, de la tensión del día.

Así era aquel 19 de noviembre: mientras Franco agonizaba, España seguía comprando pan, garrapiñadas y nubes de algodón; discutía sobre alquileres y basuras; comentaba goles y alineaciones; recordaba un eclipse y lloraba por las víctimas del temporal. Un país entre la rutina y el fin de una era, con los puestos callejeros llenos de curiosos y los bares repletos de historias por contar.

Postales, garrapiñadas y pan caliente, mientras la historia se cocía a fuego lento. Así se vivía un día como hoy… hace 50 años, entre lo cotidiano y lo extraordinario.

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