Desde hace décadas, la Casa Blanca se convierte en un espectáculo resplandeciente durante la temporada navideña, y este año no es la excepción. La primera dama, Jill Biden, ha liderado la transformación de la residencia presidencial con un despliegue de 98 árboles, cada uno adornado con 34.000 decoraciones y 142.000 luces, creando un ambiente de "magia, maravilla y alegría".

La tradición de decorar la Casa Blanca para las festividades ha sido una plataforma política desde 1929. Este año, la temática elegida por Jill Biden es tradicional pero impactante. El árbol principal, con estrellas doradas que llevan los nombres de los soldados caídos, evoca emoción y reflexión. Además, los adornos fueron confeccionados por los hijos de los militares, agregando un toque especial de conexión y reconocimiento.

La sala China revive las recetas tradicionales de las familias estadounidenses, mientras que la librería está dedicada a la nostalgia de los cuentos infantiles. La sala verde, por su parte, se erige como un espacio dedicado a la fe y la paz para el mundo. Detrás de esta deslumbrante exhibición hay un equipo de 300 voluntarios que trabajaron incansablemente durante una semana para dar vida a esta visión festiva y significativa.

La comparación entre las decoraciones navideñas de diferentes administraciones revela no solo preferencias estéticas, sino también mensajes políticos. Mientras los Trump optaron por un enfoque espectacular y patriótico, los Biden han elegido recordarnos la importancia de la infancia, la paz y la conexión con los valores fundamentales.