¿Nueva era?
Más rápido, más directo: la ruta ártica que hará que los productos chinos lleguen a Europa en la mitad de tiempo
El contexto Un barco chino ha cruzado el Ártico y ha llegado al Reino Unido en solo 20 días, la mitad de lo habitual. China quiere repetir el viaje cada verano para reducir tiempos y hacer más rápido el comercio entre Asia y Europa.

Un carguero chino acaba de llegar al Reino Unido tras un viaje histórico: solo 20 días. Sí, has leído bien. Normalmente, llevar un contenedor desde China a Europa lleva entre 40 y 50 días. La clave está en el camino elegido: esta vez, no se tomó la ruta habitual por el sur, bordeando África y atravesando el Canal de Suez, sino que atravesó el Ártico, lo que los chinos llaman la Ruta de la Seda Polar.
En otras palabras: hielo en vez de desierto, frío en vez de piratas y guerras locales. Una ruta que suena casi imposible y que hasta ahora se usaba solo de forma puntual. Pero esta compañía china quiere que deje de ser una excepción: su objetivo es convertirla en una ruta fija, conectando directamente las fábricas chinas con los principales puertos europeos.
¿Revolución o exageración?
Puede que sí sea un cambio enorme. Reducir a la mitad el tiempo de transporte no solo significa productos más rápidos: también puede implicar menos costes logísticos, cadenas de suministro más ágiles y quizá que veamos más productos chinos en Europa, y más rápido. Pero no te emociones demasiado: cruzar el Ártico no es un paseo. El hielo lo hace inaccesible la mayor parte del año, y solo en los meses de verano, de junio a septiembre (con suerte hasta octubre), la travesía se vuelve posible… y aún así hace falta un rompehielos potente que abra paso al carguero.
Aquí entra un detalle estratégico: China ha contado con Rusia, que posee los rompehielos más fuertes del mundo, para asegurar que la travesía fuera segura. Y ojo, esto no es solo logística: hay intereses geopolíticos claros. El Ártico es rico en recursos y cada vez más importante a nivel internacional. China quiere estar presente y ser protagonista antes que nadie.
¿Por qué nadie lo hizo antes?
Por el hielo, básicamente. La ruta del norte es complicada y arriesgada. La del sur, aunque más larga y expuesta a conflictos, sigue siendo más segura y predecible. Las grandes compañías de transporte dudaban en arriesgarse a una travesía tan dependiente del clima y de rompehielos especiales.

China, en cambio, ve una oportunidad a largo plazo. Confía en que, con el cambio climático, el Ártico será cada vez más navegable, y mientras tanto, ha empezado a usar la ruta en verano y a explorar posibilidades para los meses más complicados. La idea es clara: que esta no sea una excepción, sino una ruta habitual y constante.
¿Qué cambia esto para Europa?
Si la ruta ártica se consolida, podemos esperar que los productos chinos lleguen más rápido, más barato y con más regularidad. Las empresas y distribuidores europeos tendrán que adaptarse, y los consumidores podrían notar más variedad y disponibilidad de productos chinos en los próximos años.
Pero más allá de lo comercial, hay un mensaje político: China está mostrando músculo. Quiere presencia en un área clave del planeta y deja claro que piensa a largo plazo, tanto en comercio como en influencia geopolítica.
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