A través de sus ojos
Ernest Cole, el fotógrafo que reveló al mundo la brutalidad del apartheid en Sudáfrica
¿Cómo lo hizo? Con una cámara oculta entre tuppers y bajo la ropa, se infiltró en minas, cárceles y barrios segregados para documentar la brutalidad de un sistema diseñado para excluir a los negros.

Ernest Cole, el primer fotógrafo negro sudafricano en lograr una publicación internacional con impacto mundial, fue testigo y cronista de las barbaries del apartheid desde dentro. En una sociedad donde las leyes establecían estrictos grados de "negritud" que definían el acceso y los derechos de cada persona, Cole logró inscribirse como mestizo para obtener mayor acceso y documentar la realidad oculta a la mayoría.
Con una cámara oculta bajo la ropa o en tuppers de comida, Cole se infiltró en espacios vedados a la población negra: minas, cárceles, barrios segregados y zonas de trabajo forzado. Sus fotografías captaron la violencia policial cotidiana, las humillaciones y el sistema de exclusión racial impuesto por el régimen.
Las imágenes muestran carteles que decían, con letras enormes y desgarradoras, que en determinados bancos solo se podían sentar personas blancas, recordando a los negros que estaban excluidos de un mundo al que pertenecían. Estas señales de segregación estaban por todas partes: en entradas de metro, cabinas telefónicas, taxis y paradas de autobús, pero también en servicios básicos como lavanderías y baños públicos, donde dos mujeres blancas podían salir de un baño marcado exclusivamente para ellas mientras a la mayoría negra se les negaba ese derecho.
Sus fotografías también muestran trenes divididos en compartimentos exclusivos para blancos, mientras la mayoría negra viajaba apelotonada en vagones separados, reflejando la profunda desigualdad y el control racial en el día a día. Cole captó escenas de miles de personas negras hacinadas, frente a una minoría blanca que disfrutaba de espacios amplios y privilegiados.
Las imágenes revelan también el impacto brutal en la vida cotidiana: millones de personas negras sin derechos enfrentaban la amenaza constante de la cárcel por incumplir las leyes de segregación, limitaciones severas en su movilidad, y la violencia policial como mecanismo de control. Los centros de detención y cárceles estaban repletos de detenidos por motivos raciales.
Además, Cole documentó la educación segregada, orientada a mantener a los negros en la inferioridad social: escuelas con pocos recursos, programas diseñados para impedir que accedieran a la universidad y promover su encasillamiento en trabajos de servicio o en minas con salarios ínfimos en comparación con los blancos.
El trabajo de Cole expone con crudeza los privilegios que disfrutaba una minoría blanca frente a la discriminación sistemática que sufría la mayoría negra, denunciando un sistema de opresión que convirtió a Sudáfrica en un país marcado por la injusticia y el racismo institucionalizado.
A los 27 años, consciente de que continuar con su trabajo le impediría seguir en su país, Cole se exilió en Nueva York, donde vivió en la pobreza e incluso durmió en la calle. Sin embargo, su libro fotográfico logró un impacto global, dando voz a quienes sufrían en silencio bajo el apartheid.
Ernest Cole falleció en 1990, el mismo año que Nelson Mandela fue liberado, dejando un legado visual y humano que sigue siendo un testimonio fundamental de la lucha contra el racismo y la segregación.