Quién habla con quién (y quién no)
Cotilleos, corrillos y una corbata protagonista: lo que no se vio de la Conferencia de Presientes en Pedralbes
La otra cara Pactos, los justos; miradas, muchas. Entre un Page hablador, una Ayuso esquivando besos de ministros y varios presidentes intentando encajar en cada corrillo, lo más interesante de la jornada ocurrió lejos del atril y muy cerca del salseo político.

Por fuera, solemnidad institucional. Por dentro, risas, confidencias y algún que otro codazo entre presidentes. La vigésima octava Conferencia de Presidentes celebrada en el Palau de Pedralbes ha sido, además de un encuentro político de alto voltaje, un verdadero festival de gestos, alianzas espontáneas, chascarrillos y estrategias de pasillo.
Uno de los protagonistas más activos en el off the record ha sido el presidente de Casilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que ha llegado hablador y con ganas de sociabilizar. Su primera parada: el corrillo compartido por Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León), Isabel Díaz Ayuso (Madrid) y Marga Prohens (Baleares). Allí desplegó una historia larga, con anécdota incluida, que culminó en un chiste final tan aplaudido como inesperado. Si era una estrategia o naturalidad, solo él lo sabe, pero se llevó el aplauso.
Sin perder fuelle, Page ha ido enlazando interlocutores. Al ver que María Guardiola (Extremadura) estaba ocupada, se fue directo al president Valenciano, Carlos Mazón, que se mostró entregado a la historia del el presidente castellanomanchego. Y de ahí, vuelta al ruedo: abrazo incluido con el asturiano Adrián Barbón, que terminó soltando la mano discretamente tras un entusiasmo desbordado de Page, bajo la mirada paciente del presidente riojano, Gonzalo Capellán.
Capellán, por cierto, tampoco se quedó corto en sociabilidad. Durante la foto de familia con el rey, tuvo que recibir un toque por estar demasiado entretenido hablando con la cántabra María José Sáenz de Buruaga.
Quien prefirió mantenerse al margen de tanto corrillo fue la navarra María Chivite, sola entre dos grupos hasta que apareció la ministra Elma Saiz, a la que se aferró con cierto alivio. Le soltó algún cotilleo, aunque Saiz, con diplomacia, pareció no darle demasiada importancia.
En cuanto a Mazón, fue de menos a más. No entró exultante, pero acabó encontrando su espacio. Primero lo intentó con el presidente de Melilla —sin mucho éxito—, luego tanteó un grupo que le ignoró por completo, y acabó conversando con Guardiola y el murciano Fernando López Miras. Hasta que, claro, llegaron los ministros.
Con ellos, una lluvia de saludos efusivos. Abrazos, besos… salvo en el caso de Isabel Díaz Ayuso. En cuanto vio aproximarse a los miembros del Gobierno, activó lo que ya se conoce como la 'estrategia de la mano': adelantaba el brazo como un resorte para evitar el contacto. Funcionó con todos. Bueno, con casi todos. Pablo Bustinduy(Derechos Sociales) la pilló desprevenida, y logró el saludo tradicional. Y la ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, simplemente ignoró la mano de Ayuso y le plantó dos besos sin complejos.
Pero no todo fue contención. Hubo un momento de distensión cuando Ayuso comentaba algo de moda. Mañueco interrumpió, interesado en los looks, para contar la historia de su corbata del día. Ayuso, con una sonrisa, le respondió: "Estás en todos los detalles".
Después vino el bajón. Terminada la sesión de fotos y el salseo institucional, tocaba entrar en faena. Juanma Moreno resoplaba, Guardiola parecía resignada, López Miras peleaba con un bolígrafo, la ministra no lograba abrir una botella de agua y el presidente del Gobierno no se mostraba especialmente entusiasmado.
Pero uno sí parecía genuinamente contento: Page, que observaba a sus colegas con una mezcla de satisfacción y complicidad. Como si todo lo vivido en los pasillos hubiese sido, al final, lo mejor de la jornada.
Y así cerró la 28ª Conferencia de Presidentes: con acuerdos por firmar, sí, pero también con anécdotas para recordar.