Las autoridades griegas han ordenado el cierre del estadio Olímpico de Atenas debido a que han detectado deficiencias estructurales en la cubierta de acero. Y ahora, todas las miradas se centran en el arquitecto que llevó a cabo el diseño del recinto deportivo más grande de Grecia: Santiago Calatrava. El estadio fue inaugurado el 30 de julio de 2004, solo 13 días antes de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Han pasado 19 años desde su inauguración y cierto es que las autoridades griegas habían hecho mantenimiento cero del estadio, pero ¿por qué Calatrava es una leyenda por los problemas de sus diseños?

Hay que empezar hablando del Puente de la Constitución sobre el Gran Canal de Venecia. O mejor dicho: el puente de los errores crónicos. Se inauguró tarde, con un sobrecoste de cinco millones de euros y decenas de denuncias, que siguen aún a día de hoy, por las caídas de los viandantes que resbalan en su pavimento de vidrio. Le costó una condena a Calatrava por los errores que dispararon el precio. Pero este no es único problema que ha tenido con los resbalones en los puentes. De hecho, son ya todo un clásico. El arquitecto español es también el autor del Puente Zubizuri de Bilbao. Donde han tenido que colocar una moqueta para evitar resbalones y caídas. Las sufrieron cerca de 50 ciudadanos con roturas de piernas y caderas incluidas.

En Bilbao, también ha tenido problemas con el aeropuerto de La Paloma que se inauguró ocho años después de lo previsto, con un sobrecoste de 35 millones. Y que hubo que reformar porque la zona de llegadas, la galería de la pulmonía, se la llamó, estaba a la intemperie. Además, ha sufrido filtraciones y goteras desde su construcción. Pero a pesar de lo incomodo de las goteras, no suponen un gran peligro para los ciudadanos. Algo que sí que ocurrió con el Palacio de Congresos de Oviedo (el Centollo). Calatrava tuvo que pagar cerca de tres millones de euros después de que se derrumbase parte de las gradas durante la construcción. Una construcción cuya parte de arriba nunca funcionó.

La Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia se merece un capítulo aparte. Porque tuvo 600 millones de sobrecostes y muchos problemas. Se inauguró en 2005, pero nueve años después, en 2014, el revestimiento cerámico comenzó a desprenderse. Se tuvo que desmontar toda la cubierta del edificio para reponerla. Y problemas también en el Ágora del Palau de les Arts. Tenía tantas goteras que fue inutilizada durante unos cuantos años por inundaciones. La lista de las 'chapuzas' de Santiago Calatrava parece interminable. Y la pasarela Jorge Manrique de Murcia, el Oculus Center de Nueva York o el auditorio de Tenerife son otras de sus obras que han traído auténticos quebraderos de cabeza a los ayuntamientos.