Tormentas bajo control… a medias
Barrancos, alcantarillas y obras: los puntos negros que siguen dejando en peligro a la Comunitat Valenciana
La otra cara Aunque esta vez los avisos han llegado a tiempo, los barrancos que se han desbordado, las alcantarillas no drenan y las obras pendientes siguen dejando a la Comunitat Valenciana a merced de la lluvia.

Las lluvias intensas que afectan al litoral Mediterráneo han vuelto a poner sobre la mesa una realidad que muchos conocen demasiado bien: avisar a tiempo puede salvar vidas, pero no reemplaza infraestructuras que funcionen realmente.
Esta vez, la alerta llegó con antelación. Se suspendieron clases, se cortaron calles, se interrumpieron turnos de trabajo, se movieron coches a zonas altas y se actualizaron las zonas inundables para proteger a los vecinos. Sin embargo, los barrancos, las alcantarillas y las obras pendientes siguen siendo los grandes puntos débiles de la emergencia.
Barrancos que no dan abasto
En Aldaia, el barranco de La Saleta se desbordó de nuevo. No es un fallo de previsión: se han realizado reparaciones y se han reforzado taludes, pero los proyectos definitivos, como las obras de laminación para contener el agua, aún no están ejecutados. "Llevamos 40 años sufriendo inundaciones y reclamando medidas estructurales", explica Guillermo Luján, alcalde de Aldaia. La tormenta fue "muy abrupta y sonora", y la reacción de la población —preocupación y miedo— es completamente comprensible.
El Barranco del Poyo enfrenta problemas similares. Aunque se han limpiado y hormigonado los taludes, la adecuación completa de los cauces todavía no está terminada. Las obras avanzan, pero no lo suficientemente rápido como para garantizar que estos barrancos puedan absorber lluvias intensas sin poner en riesgo calles, casas y vehículos.
Alcantarillas que se atascan cuando más se necesitan
El agua que no entra en los barrancos encuentra otro obstáculo: las alcantarillas. Muchos sistemas están obstruidos o no pueden absorber grandes cantidades de agua en poco tiempo. Algunas obras recientes, incluso las que ya se han completado, no cumplen con la capacidad necesaria para proteger a la población. Solo hace falta recordar que hace pocos días se sacaban coches atrapados en garajes inundados; hoy, con la lluvia, esos mismos puntos siguen siendo vulnerables.
Cinco medidores en barrancos clave registran fallos, según 'Las Provincias', aunque las autoridades han restado importancia a estas alertas. La preocupación sigue siendo alta: muchas obras no se han terminado, otras, aunque concluidas, resultan insuficientes frente a lluvias extremas, y los proyectos de emergencia todavía no cubren todas las necesidades.
Lo que ha cambiado y lo que sigue igual
La diferencia con episodios del pasado es evidente: esta vez, la alerta se activó con antelación. La coordinación de emergencias permitió tomar medidas preventivas que realmente pueden salvar vidas. Pero la historia reciente también demuestra que, sin infraestructuras adecuadas, la alerta no basta. Barrancos, alcantarillas y obras incompletas siguen siendo los puntos negros de la emergencia.
Lo que queda claro es que la prevención y la alerta son esenciales, pero solo serán verdaderamente efectivas si van acompañadas de inversión y mantenimiento real de las infraestructuras. Hasta que los proyectos pendientes se completen y los sistemas existentes se modernicen, cada tormenta pone a prueba lo que aún no funciona y expone a los vecinos a riesgos que podrían haberse evitado.
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