La hiperinflación -las subidas desbocadas de los precios- es una amenaza que parece tangible, aunque nada más lejos de la realidad. Si bien ahora mismo los precios suben de manera mensual en una tasa cercana al 9%, no es nada como estos seis ejemplos históricos que recogemos en laSexta Clave.

Hungría

El más sangrante fue lo ocurrido en Hungría tras la Segunda Guerra Mundial. En 1946, los precios se duplicaban cada quince horas. La tasa de inflación mensual llegó a alcanzar cifras como 42.000 billones de puntos porcentuales. Cada mañana las emisoras de radio anunciaban la tasa diaria para que los trabajadores negociaran su salario. Sin embargo, para intentar estimular la economía se imprimía cada vez más dinero: se llegó a producir un billete por valor de 100 trillones de pengos, la moneda de aquel entonces.

Zimbabue

La segunda más grave de la Historia es también la más importante del siglo XXI: Zimbabue, 2008. Su tasa de inflación diaria casi alcanzaba el 100%. En muy poco más de un día, el poder adquisitivo de los trabajadores se reducía a la mitad y los supermercados subían los precios varias veces al día.

Los ciudadanos cruzaban la frontera para obtener bienes de primera necesidad, comercializaban mediante trueque y trataban de encontrar oro en las orillas de los ríos.

Yugoslavia

Al poco de empezar la Guerra de los Balcanes, el Gobierno de la antigua Yugoslavia acabó colapsando el país porque intentó tapar un ingente déficit presupuestario imprimiendo dinero sin restricciones.

¿Qué sucedió? Que los ciudadanos se apresuraban a gastárselo nada más cobrar. Sin embargo, lo tenían que gastar en lo poco que encontraban ya que los agricultores, desesperados por el descontrol de los precios, paralizaron la producción.

República de Weimar

Las situaciones más surrealistas se dieron en la República de Weimar, tras la Primera Guerra Mundial, debido a las grandes deudas del país. El marco perdió tanto valor que se convirtió en juguete para los niños, en material para disfrazarse, para quemar en la chimenea o forrar las paredes. Los billetes eran más baratos que el propio papel.

La situación era tal que los alemanes utilizaban maletas para recoger sus sueldos. Maletas, que hasta se olvidaban en las calles y que, si las robaban, los ladrones dejaban el dinero. Una barra de pan pasó de costar 250 marcos a 200.000 millones en solo un mes.

Grecia

La economía griega sufrió muchísimo durante la Segunda Guerra Mundial y los ocupantes se llevaron materias primas, ganado y alimentos. La falta de producción provocó tal escasez que dio paso a la conocida como Gran Hambruna. El aumento de los precios no fue tan intenso pero sí mucho más duraderos sus esfuerzos por recuperarse.

Venezuela

El último caso es el más reciente y a la vez más grave de Latinoamérica. En Venezuela, desde 2017 y hasta hace cinco meses, la hiperinflación ha vaciado neveras, provocado colas eternas en supermercados, escasez de alimentos y migración.

Los datos han mejorado en el último año y han conseguido abandonar la hiperinflación tras un año sin superar el 50%. Con todo, sigue siendo el país con la inflación más alta del mundo.