Las residencias de ancianos están al límite. Las irregularidades se repiten en numerosas comunidades autónomas. En Ponferrada, León, los residentes de una de ellas han tenido que ser desalojados por humedades que tienen que ser recogidas con cubos. En Leganés, al sur de Madrid, los sistemas de alerta no funcionan y los residentes no pueden avisar si se han caído, además, los medicamentos están caducados.

En Vigo, los familiares aquejan encontrar a sus allegados con llagas y llenos de heces. En Pontevedra, los familiares asemejan una de las residencias a una cárcel: las visitas son limitadas, con cita previa y sin pasar al dormitorio, por lo que no pueden comprobar el estado en el que residen sus seres queridos. En Bilbao, hace apenas unas semanas varias trabajadoras se encerraron en un local para pedir ayuda después de que solo les otorgaran 10 minutos para duchar y vestir a los residentes.

En san Sebastián de los Reyes, al norte de Madrid, ya ha habido concentraciones por parte de los usuarios por la falta de atención. "El otro día una bandeja de carne, que me la dieron a oler, estaba podrida", explicaba un residente. Otro hombre indicaba que habían estado un mes sin médico, mientras una familiar aseguraba "llorar todos los días" por dejar a su madre "pasando hambre".