Cambio de hora
Llega el cambio de hora: así cambia la naturaleza (y así nos afecta) el horario de invierno
ContextoLos relojes se retrasan una hora y comienza el horario de invierno. Lo que parece un gesto rutinario desencadena cambios visibles en la naturaleza y sutiles en nuestro organismo, recordándonos que la vida sigue el ritmo de la luz, no del reloj.

Cada año, cuando el otoño avanza y las tardes comienzan a acortarse, llega un momento marcado en el calendario: el cambio al horario de invierno. A primera vista parece un simple ajuste del reloj, pero detrás de esa hora ganada se esconden transformaciones sutiles en la naturaleza y en nuestro propio organismo.
Ya lo dice Pedro Sánchez desde España: el cambio de hora "no tiene sentido", argumento que apoya la propia Comisión Europea para terminar con ello, pero ¿cómo sería vivir en España sólo con horario de invierno? Tendremos que esperar al próximo para saber si instala de manera permanente.
Por ahora, lo que sabemos es que el cambio de hora afecta a la naturaleza y, por ende, también a los humanos. Repasamos qué consecuencias tiene el cambio de hora para la vida.
Cuando será el cambio de hora de octubre
En la madrugada del domingo 26 de octubre de 2025 los relojes se retrasarán una hora, de modo que a las 3:00 volverán a ser las 2:00.
Aunque la medida busca aprovechar mejor la luz natural, sus efectos no se limitan al consumo energético: afectan a ecosistemas, animales y al equilibrio de nuestro reloj biológico.
Cómo influye el cambio de hora en la naturaleza
El paso al horario de invierno coincide con un momento clave del año en el que la luz solar disminuye y los ecosistemas ajustan sus ritmos.
En los bosques, la reducción de horas de sol provoca la caída de las hojas en los árboles caducifolios, mientras que muchas especies vegetales entran en una fase de reposo para conservar energía hasta la primavera.
También los animales perciben el cambio. Aves migratorias como las golondrinas o los gansos adelantan sus desplazamientos hacia el sur, mientras que mamíferos como los erizos o los osos comienzan a reducir su actividad y preparan su hibernación. Los insectos polinizadores, por su parte, ven acortado su tiempo de vuelo y recolección, lo que puede afectar los ciclos de polinización.
Aunque el ajuste horario es una convención humana, se superpone a procesos naturales de adaptación estacional. El acortamiento del día modifica la temperatura, la actividad de los animales y la dinámica de los ecosistemas, recordando que la vida en la Tierra responde ante todo al ritmo de la luz.
Los efectos del horario de invierno en las personas
En teoría, el cambio de hora pretende optimizar el uso de la luz natural y reducir el gasto energético. Sin embargo, sus repercusiones sobre el bienestar no siempre son tan sencillas.
Nuestro cuerpo está regulado por un reloj interno, conocido como ritmo circadiano, que depende de la exposición a la luz para sincronizar el sueño, la atención y el apetito.
Retrasar el reloj una hora puede desajustar temporalmente este ciclo. Durante los primeros días muchas personas experimentan cansancio, falta de concentración o somnolencia.
Los expertos recomiendan mantener horarios regulares, exponerse a la luz natural por la mañana y evitar pantallas brillantes antes de dormir para facilitar la adaptación.
El anochecer temprano tiene también un impacto emocional. Al reducirse las horas de luz, algunas personas pueden notar una sensación de tristeza o desánimo, un fenómeno conocido como trastorno afectivo estacional. La menor exposición solar influye en la producción de melatonina y serotonina, hormonas que regulan el sueño y el estado de ánimo.
Un debate abierto en Europa
La práctica del cambio de hora se remonta a los años 70, cuando se adoptó para aprovechar mejor la luz del día y ahorrar energía. Sin embargo, varios estudios recientes cuestionan que este beneficio sea significativo en la actualidad, especialmente en países con horarios laborales flexibles y mayor consumo de iluminación artificial.
La Unión Europea llegó a plantear su eliminación en 2019, pero la falta de consenso entre los Estados miembros ha mantenido la medida activa. En España, el cambio al horario de invierno está fijado por el Real Decreto 236/2002 y se seguirá aplicando al menos hasta 2026, según la orden publicada en el Boletín Oficial del Estado.