Amanece el 26 de febrero, en una de las casas de Carrer Nou de Anglés, en Girona. Es la vivienda de Jordi Magentí, el hombre de 60 años que de inmediato se convierte en el único detenido por el asesinato de Marc y de Paula en Susqueda.

Arranca así la semana negra de Magentí, y no estaba solo. El mismo lunes, apenas unas horas después de ser detenido, le sigue la detención de su hijo de 26 años. A las detenciones les siguen los registros en dos viviendas: su casa y una nave. Los Mossos buscan pruebas aunque desde le primer día no tenían dudas: "La detención se practica con el conocimiento policial de la autoría indubitada de esta persona".

Con ello, Magentí pasa su primera noche en los calabozos, aunque no tardaría en mostrarse ante los focos. Airado, casi llorando, Magentí aprovecha para aclamar su inocencia. Lo único que declaró durante todo el día, justo antes de entrar en el registro de su vivienda, ya que posteriormente no declaró nada más.

Horas después, será su hijo el que también acudirá a los registros, esta vez en casa de su abuela y madre de Magentí. En el interior encuentran dos pistolas, aunque ninguna concuerda con la que asesinó a Marc y a Paula.

Los investigadores tampoco encuentran rastros biológicos de los jóvenes en ninguna de las casas de los investigados, por lo que tuvieron que regresar al día siguiente.

El tercer día, miércoles, Anglés amanece cubierto de nieve. Los agentes escavan, pasan detectores de metales, no dejan sin registrar ningún milímetro de la finca rústica de más de 500 metros de Magentí. Se sigue buscando contrarreloj piezas claves que inculpen al sospechoso.

Al día siguiente el juez debería decidir si el hombre queda en libertad o regresa a prisión provisional. El que sí sale libre con cargos es Jordi Magentí hijo al que se le imputaba un delito contra la salud pública.

El jueves no da tregua a Magentí: tiene que declarar ante el juez, pero solo responde a las preguntas de su abogada, después debería volver al lugar donde presuntamente acabó con la vida de paula y de Marc.

Margentí decide no colaborar y solo sale para fumar tranquilamente. Guarda silencio pese a ser uno de los pocos que conoce perfectamente el lugar, de los pocos que ha seguido frecuentando el pantano de Susqueda durante los seis meses posteriores la muerte de los jóvenes.

Así, cae la tarde del cuarto día con una novedad: de vuelta al juzgado se decreta la entrada en prisión de Magentí porque existe riesgo de fuga, reiteración delictiva y se consideraba posible que el sospechoso destruyese pruebas.