Juana Muñoz lleva más de 30 años sin salir de su casa. Su salud es tan frágil que solo podemos hablar con ella a través de un cristal. La mujer cuenta que hace 30 años su marido "echó unos polvos pesticidas a unas patatas" y ella fue al garaje "a coger unas pocas" para llevárselas a casa y cocinarlas.

Sin embargo, al llegar a casa y mirarse en el espejo vio que tenía "los párpados y el labio". "Apenas podía hablar ni respirar y ya me contaron que había sido un shock anafiláctico", señala, a lo que añade: "Yo era un monstruo, era horrible verme".

Desde entonces, su estado de salud no ha dejado de empeorar: "No puedo levantarme de la cama del dolor, tengo pérdidas de memoria, problemas para la concentración, caídas, desmayos...". La mujer cuenta que tardaron 19 años en decirle que tenía sensibilidad química múltiple, una enfermedad "crónica que no tiene cura".

Lo que peor lleva Juana de su enfermedad es "no poder salir, no poder abrazar tranquilamente, o volver a su pueblo". "Nos ha destrozado la vida, a mí y a mi familia, sobre todo, a mis hijos y a mi marido. Es un drama", lamenta Juana. En este vídeo, su durísimo testimonio.