Los trabajadores del automóvil están en huelgadesde el parón en fábricas de los tres grandes fabricantes, al que se han sumado 12 plantas más que han dejado de trabajar. Guillermo Fesser explica que el origen de esta situación se remonta a 2007, cuando los trabajadores aceptaron grandes reducciones de sueldo y quedarse sin sus planes de pensiones porque "Detroit parecía que desaparecía, que la industria de Estados Unidos se hundía frente a la de Japón", comenta.

Pero el país inyectó dinero y la industria se recuperó, pero "los salarios de la gente no han mejorado, los salarios de los presidentes de los consejos de administración de los grandes fabricantes sí", indica el periodista. Por eso, demandan un aumento salarial de los trabajadores del 40%, restaurar los planes de pensiones y 32 horas de trabajo semanal. "Es la huelga de unos trabajadores que no pueden comprar los coches que ellos mismos fabrican", expone.

Fesser aclara que el impacto para la economía es "duro", porque cada semana se pierden 1.600 millones de dólares, habrá despidos si se alarga la huelga, los coches van a subir de precio y la entrega se retrasará aún más. También es complicado para la situación de los trabajadores, porque "aquí si estás en huelga, no cobras". Aunque estos han recibido el apoyo del presidente Joe Biden, que ha unido a un piquete.