Entrevista de Andrea Ropero
Consuelo García del Cid cuenta que en un centro del Patronato de la Mujer "hubo adopciones forzadas y desapariciones de niños"
La supervivente expone que los centros estaban gestionados por diferentes órdenes religiosas: desde las Adoratrices, las Oblatas del Redentor a la Orden Secular de las Cruzadas Evangélicas. Las últimas eran las encargadas del reformatorio para embarazadas.

Los centros del Patronato de Protección a la Mujer eran centros penitenciarios para adolescentes que se vendían como internados. Las jóvenes que allí se recluían eran consideradas rebeldes o alejadas de la moral franquista, y eso justificaba su reclusión. Consuelo García del Cid fue una de estas jóvenes.
Estos centros, como expone, era "brutales". En ellos había desde celdas de aislamiento, habitaciones de castigo y revisaban su correspondencia. "Era un cárcel", indica. La rebeldía que llevaba a estas jóvenes a ser encerradas, como cuenta a Andrea Ropero, "era cualquier cosa".
"No someterte a los rigores familiares, suspender, hacer novillos en el colegio, ser mala estudiante, ser huérfana, pobre, hija de preso...", explica. Los centros estaban gestionados por órdenes religiosas. "El Patronato contaba con unas determinadas congregaciones", indica Consuelo.
"Las de mayor presencia eran las Adoratrices y las Oblatas del Redentor", indica. También había Trinitarias y la Orden Secular de las Cruzadas Evangélicas. "Estas eran fueron terribles", indica García del Cid, "estaban en el reformatorio de embarazadas". "Ahí hubo adopciones forzadas y desapariciones de niños", expone.