"Dios se queda sin empleados", exponía Isma Juárez, que apuntaba que cada vez son menos los jóvenes los que aspiran a convertirse en curasy monjas. Así que para evitar que las iglesias acaben convertidas en "Airbnb o en trasteros de alquiler" se proponía encontrar la vocación de la gente y para que "los buenos oficios" no se pierdan.

Jorge reconoce que nunca se ha planteado ser cura porque El Vaticano es muy pequeño y no puede dar muchas vueltas: "El pendoneo se queda en poco". Aunque el reportero descubre que lleva varias cruces colgando de su cuello, pero este explica que no las lleva ser católico sino "por murciano".

Una chica indicaba que no tenía ninguna relación con la Iglesia, pero confesaba que había sido ortodoxa, mientras que su amigo señalaba que era ateo, lo que había creado un conflicto con su familia, que era muy creyente. Aun así, Juárez insistía e intentaba convencerles de las ventajas de dedicarse a este oficio.

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