España tiene "una relación extraña con el ferrocarril", afirma Andrea Ropero, pues está a la cabeza de inversión en alta velocidad, pero también se están "dejando morir", dice, esas redes secundarias que unían zonas menos pobladas del país. Esto ha ocurrido en la localidad burgalesa de Aranda de Duero, donde la línea que les unía con Madrid lleva cerrada desde hace más de 10 años.

Algo que, según su alcalde, Antonio Linaje, "no tiene ninguna explicación lógica" y expone que las políticas ferroviarias de este país han promovido grandes ejes de alta velocidad "prácticamente orientados para el turismo y han dejado aislados el resto de ciudades intermedias", lo que provoca que se "mermen muchísimo", apunta, sus posibilidades de desarrollo.

"Una ciudad que no tenga una buena conexión logística está fuera", subraya, y reconoce que le causa "un cabreo importante" que se deje de lado el tren convencional. "Esto es gravísimo, no queremos ser ciudadanos de tercera, queremos tener los mismos derechos que cualquier otra parte de España. Si nos quedamos sin infraestructuras, vamos a perder población", sostiene.